Capítulo 25

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Desayuno junto a Blake en la celda unos cereales de chocolate que ayer compré en el mercadillo. Aún se me hace raro llamarlo así. Al principio no sabía cómo funcionaba el cómo meter dinero en la tarjeta que hace dos meses me entregó Phil, hasta que Blake me explicó que se cambiaba por tabaco, de modo que cada vez que mis amigos me traían tabaco, le daba a un guardia el paquete y la tarjeta y lo canjeaba.

Cuando ya nos hemos comido media bolsa, paramos de comer y lo guardamos para mañana.

—¿Quieres que juguemos un rato a la Xbox? —me pregunta, con cara de niño. Sonrío y asiento con la cabeza.

Todavía me resulta raro que nosotros tengamos tecnología y las demás presas, al menos las de nuestro alrededor, no tengan nada de eso, porque a ser sincera, tampoco he ido celda por celda a ver qué tenían.

No me interesa.

Blake me tiende el mando y niego con la cabeza: —Tú primero, ya sabes que yo soy muy mala —suelto una risa. Enciende la consola y en la pantalla sale el inicio de la jugada, en el cual pone el nombre de ambos.

—Pues así aprendes de una vez, parece que en vez de cabeza tienes un melón. No eres capaz de recordar los botones.

«Si tú supieras...»

Cojo el mando, él se sienta a mi lado y le doy a nuestros nombres para que cargue la partida. En eso, me explica mientras cómo funciona cada botón, pero no le escucho, ya que no me puedo sacar de la cabeza el hecho de que tiene novia y yo le dejé bien claro que me importaba él y que me daba igual que tuviese novia. Yo no tengo nada que perder, solo a él, así que no dudé en sincerarme antes de que fuese demasiado tarde.

He tenido días en los que moría de ganas por preguntarle por su novia, pero decidía que era mejor callarme y no dañarme con las palabras que pudiera decirme. Me conformaba con tener su presencia y su cariño, porque todo ha seguido igual.

Nada ha cambiado.

-—¿Lo has entendido? —finaliza.

«No me enterado de una mierda»

—Claro.

Asiente con la cabeza y comienzo a jugar apretando todos los botones. Escucho a Blake bufar, exasperado y me río mientras intento que no me maten en el juego.

Salimos de la celda, rodea mis hombros con sus brazos y vamos directos al patio escoltados por Phil y Kevin.

—Vamos, chica dura —me guiña un ojo y pasamos por entre todos los presos para ir a la zona de entrenamiento.

—No soy una chica dura —replico. Si fuese así nadie me hubiese golpeado ni humillado.

—Claro que sí, si no, ni si quiera habrías aguantado tantos golpes —me besa la sien cariñosamente y con la otra mano, me acaricia la cicatriz de la ceja, ya totalmente curada, aunque es muy fea porque no me pusieron puntos.

Como llevo haciendo meses, miro hacia todos lados para buscar al hombre que me golpeó y para mi decepción no lo encuentro. Desde entonces, no lo he visto.

Maldito bastardo.

Sin embargo, hoy noto la mirada de todos en nosotros y es bastante extraño pues ya se habían acostumbrado a vernos así, porque por aquí soy la chica de Cooper y siempre que me veían miraban hacia otro lado, seguramente para evitar conflictos con Blake. Hoy es diferente. Todos murmuran cosas que no logro entender.

Agudizo el oído, quiero enterarme.

Y lo consigo ¿De qué mierdas hablan?

Al parecer va en serio.

Mi compañero de celda ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora