Capítulo 14.

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Cierro los ojos fuerte, esperando que esto sea sólo un sueño para despertar y saber que esto solo es producto de mi imaginación. No obstante, cuando los abro veo a Blake esperando a que reaccione.

¡Madre mía! ¿¡Qué hago!?

Su mano se posa en mi cintura y le da un leve apretón. Me estremezco y siento otro tonto cosquilleo en el estómago. Dejándome llevar por mis impulsos, me levanto un poco quedando apoyada sobre mi codo y poso mis labios sobre los suyos, suavemente. Blake pasa su lengua por mi labio inferior y me da un pequeño mordisco. Abro la boca dejando que su lengua se enrede con la mía, lentamente. Retiro la mano de su estómago y la poso en el óvalo de su cara, acariciando su mejilla con el pulgar. No puedo creer que esté haciendo esto, pero me está gustando. Se siente bien.

Cuando nos separamos, no decimos nada. Nos hemos quedado mudos. Puedo ver, a pesar de la oscuridad, un atisbo de sonrisa en sus labios. No sé qué hacer, ni qué decir, así que me quedo callada y vuelvo a poner la cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón.

Sonrío como una tonta ¡Acabo de besarme con él! No me lo puedo creer, lo he puesto a parir miles de veces, le he dicho que lo odiaba y, sin embargo, me dejo hacer.

Blake parece querer decir nada. Y lo entiendo, es muy extraño.

¡Nos insultamos continuamente! Estamos idos de la cabeza, creo que no sólo él tiene problemas serios.

—Buenas noches, Blake —rompo con ese silencio, sintiendo que tenía que hacerlo.

—Buenas noches, Annie —me da un beso en la cabeza y vuelvo a sonreír como una idiota. Me acomodo más en su pecho y cierro los ojos.

Por la mañana, ambos nos despertamos al mismo tiempo. Ninguno decimos nada y nos levantamos. Bostezo como si fuese un león rugiendo y al mismo tiempo estiro los músculos. Blake se baja el mono y esta vez no giro la cabeza, me quedo mirando su espalda: Es ancha y parece fuerte, también tiene algún que otro tatuaje; entre ellos puedo ver un indio. Me muerdo el labio inferior, sintiendo unas ganas irresistibles de volver a tener sus labios sobre los míos. Cuando se va a bajar el bóxer, giro la cabeza y espero. Después cuando termina, voy a hacer mis necesidades.

Bajo la ropa que me molesta y dejo caer el cuerpo sobre el váter; o eso creía antes de caer sobre el frío y duro suelo de cemento.

—Maldita sea...

Me levanto, pues ya se me han quitado las ganas de hacer pis. Cojo la ropa interior limpia y me la pongo; después lo hago con el mono.

Malhumorada y dolorida, me cruzo de brazos frente a la puerta.

—Tienes un problema serio, ¿eh? —dice Blake, burlón. Le lanzo una mirada asesina. Él está con los labios apretados para no reírse.

—Cállate.

—En serio... No sé qué te pasa con la orina, pero te juega malas pasadas —estalla en carcajadas. Eso me molesta porque tiene toda la razón del mundo. De que me quiero dar cuenta, estoy riendo con él, su risa es contagiosa y se ve muy guapo riendo.

La alarma suena, los guardias que vienen a por Blake, lo miran sin dar crédito a lo que están viendo. Me despido de él y antes de que me vaya dice:

—En el patio podéis venir tú y tu amiga con nosotros.

Me sorprendo, en absoluto no esperaba eso. Aunque desde anoche estoy que no puedo creer nada. Sonriendo, asiento y me voy a por la toalla y mi pastilla de jabón diaria.

Ya limpia, junto con Yoa vamos al comedor. Hoy nos echan cuatro míseras galletas y un vaso de agua ¿¡Pero esto qué es!? ¡Muero de hambre! Nos sentamos en nuestra mesa y empiezo a comerme las galletas, que parecen plastilina.

Mi compañero de celda ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora