Parece que he sido arrollada por un camión, no tengo ganas de nada y me pesa el alma, llevo así cuatro días completos y sí por mi fuera, me habría quedado todo el tiempo en la celda, pero me han obligado a salir para ducharme y comer algo.
Y sé que es una cosa totalmente absurda estar de esa manera, pero el problema es que Blake no está y eso hace que falte una parte de mí. Me duele aceptarlo, pero ese chico me ha calado, ha formado parte de una parte muy importante de mi vida y pese a que lo odie, así es.
Qué vida la mía.
Me levanto de la cama muy desganada y le hago un gesto a Phil para que espere, ya que estos días ha estado pegado a mí en todo momento que ha podido.
Me cambio la ropa interior y cuando salgo, me pone las esposas. Ambos caminamos hasta llegar al funcionario que me da la pastilla de jabón y la toalla y paso a las duchas, dejándolo fuera esperándome.
Mientras hago cola, siento una mirada clavada en mí, me giro harta de esa sensación ya que la he tenido desde lo ocurrido en el patio y me encuentro con mi querida Tressa mirándome fijamente. La había visto por el comedor y el patio alguna vez que otra, pero había pasado completamente de ella, pero ésta vez no. La reto con la mirada, le tengo asco y rencor.
Es un duelo de titanes, ninguna aparta la mirada, y yo no estoy dispuesta a hacerlo. Tengo todo el tiempo del mundo.
—¡Venga! —un coro de voces me gritan y una mujer me empuja por el hombro, lo que me hace apartar la mirada de aquella mujer y le lanzo una mirada asesina.
—No me toques —siseo, me doy media vuelta y me desnudo.
Una vez lista, salgo, me encuentro con Phil y me pone las esposas.
—Vamos al mercadillo —le digo, a lo que él asiente con la cabeza.—Pero, ¿te queda dinero? —pregunta, mientras vamos hacia la salida del pasillo de las celdas.
Ahora que lo pienso...
—No lo sé. De todas maneras, quiero mirar los libros para estudiar algo. Me aburro mucho —le comento. El ríe.
—¿Y por qué no haces algún trabajo aquí? —propone, mientras abre una puerta para ir a otro pasillo.
—¿Eso se puede? —mi sorpresa es muy notoria. No sabía que eso se podía hacer.
Asiente con la cabeza: —Claro. Es una manera de tener dinero en la tarjeta sin tener que cambiar el tabaco —me cuenta. Abro los ojos como platos, si es así mis amigos no tendrán que gastarse el dineral que cuestan los paquetes, porque éstos del gobierno se suben a la parra con los precios del tabaco.
—¿Qué trabajos hay y qué tengo que hacer para poder trabajar?
—Pues... Ayudar en la cocina, limpieza, ayudante de enfermería... Y sólo tienes que escribir una carta con la propuesta al director. Yo creo que si te la admitirán, tienes un buen comportamiento
Entramos finalmente al mercadillo, cierra la puerta, nos hacemos a un lado y me quita las esposas.
—Veré a ver qué decido ¿Cómo se la entrego?
—Escribe la propuesta y yo se la daré.
Asiento sonriendo, me encanta este hombre, me trata como si fuese su amiga de toda la vida.
—Dame la tarjeta, voy a ver cuánto dinero tienes —alarga el brazo, extendiendo la palma de la mano. Me meto la mano al bolsillo y la saco, menos mal que me he acordado de sacarla del otro mono. Se la tiendo y él se va.
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Mi compañero de celda ©
RomanceAlgo muy tormentoso hizo que Annie Hope, a pesar de haber perdido a la persona que amaba, lograra encontrar a otra persona que le llevó a vivir nuevas experiencias. Lo que se inició por unos compañeros de celda, acabará por un final diferente para...