Capítulo 21 maratón 1/2

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—Procedimiento Abreviado, Juicio Oral número catorce, barra dos mil tres. Se declara abierta la sesión. Por la Señora Secretaria Alison Thompson, se va a dar lectura a los escritos de acusación y defensa —comienza el juez, después de unos larguísimos y tensos quince minutos que ha tardado en llegar y sentarse. Me da un escalofrío y miro hacia la señora rubia y regordeta.

La Secretaria lee los escritos de acusación y defensa, omitiendo la proposición de prueba. Estoy temblando por los nervios. De reojo, miro a mis padres que están mirando hacia el frente casi sin pestañear.

— Señorita Annie Hope, póngase en pie. Se le informa de su derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable. Si va usted a declarar, responda a las preguntas del Ministerio Fiscal —me levanto, con las manos esposadas delante de mí. Miro hecha un manojo de nervios al abogado de la familia McAdams, que se ha levantado y se ha puesto enfrente de mí, andando de un lado a otro.

—Con la venia —dice, mirando al juez y se vuelve para mirarme. Me tenso mucho, me entran náuseas. Todo el mundo me está mirando.

— ¿Usted solía discutir frecuentemente con su pareja? Fuentes del edificio en el que ambos convivían, nos han informado de ello.

—No —respondo. Una de las primeras cosas que me había dicho Tomas era que procurara responder con monosílabos, a no ser que la pregunta necesitase alguna explicación.

— La noche en la que ocurrió el accidente ¿Usted trató de detener al señor McAdams? —su toga negra vuela al dar giros rápidos. Me está poniendo muy nerviosa que esté andando de un lado a otro.

—Sí

—¿Usted alguna vez había pensado en que su pareja le era infiel?

« ¿A qué viene esa pregunta? » Evito mirar a Tomas para saber de qué va está pregunta, porque si él no ha protestado es que es necesaria la respuesta. Así que sinceramente, respondo:

—Sí.

—¿Alguna vez ha desconfiado de él tanto como para llegar a puntos extremos?

Ya sé por dónde va y el por qué de la pregunta anterior. Ya estamos con el mismo tema ¡Jodidos chismosos! ¡Les encanta inventar!

—No.

— Cuando el domicilio fue registrado, encontraron unos pares de esposas ¿Utilizaste ese objeto con fines de hacer daño a parte de algo más íntimo?

Me quedo blanca ¡Maldito sea! Ya estoy pasando demasiada vergüenza siendo reconocida mundialmente como una asesina, ahora lo que hacía en la intimidad con mi ex pareja y, para colmo, el juicio va a ser sacado en televisión ya que hay unos tres periodistas grabándolo todo. Posiblemente la gente me esté viendo ahora mismo.

—¡Protesto Señoría! Está hablando de la intimidad de mi cliente —dice Tomas, levantándose de la silla y mirando con odio al otro abogado.

—Letrado, siga con las preguntas —le dice el Juez con voz severa. Parece que al tampoco le ha gustado que me preguntase eso.

El otro abogado, aprieta la mandíbula, muy molesto. Prosigue:

—¿Fue planeado señorita Hope?

—Sí.

El abogado me da la espalda y le da la cara al Juez, entonces dice:

—Señoría, no hay más preguntas.

Suelto el aire contenido, muy aliviada.

— Señorita Hope. Responda a las preguntas del Señor Letrado de la acusación particular. —vuelve a decir el Juez. Tomas se levanta dejando sus papeles en la pequeña mesa de madera que tenemos enfrente.

—Con la venia —el Juez asiente y Tomas se gira para mirarme a mí. Éste me mira para que me tranquilice, pero no puedo. Carraspea y poniendo sus manos detrás de la espalda, comienza con sus preguntas —. ¿Cómo era su relación con el Señor McAdams?

Miles de imágenes pasan a una velocidad increíble por mi cabeza. Tomo aire, sé que está respuesta es larga y tiene que ser contundente, así que, vuelvo a tomar aire, lo expulso y empiezo a hablar.

—Era bastante buena. Siempre estábamos el uno para el otro y, aunque éramos personas muy diferentes, nos complementábamos el uno al otro. Como en toda relación, había discusiones, pero siempre alguno de los dos cedía y arreglábamos los problemas.

—¿Cómo definiría al Señor McAdams?

—Carismático, amable, cálido y testarudo.

—¿Si pudiera volver atrás, cambiaría la parte en la que ambos acordaron todo? ¿Se arrepiente de ello, señorita Hope?

Está pregunta es difícil. Me arrepiento porque yo sé que eso estaba fuera de contexto y porque lo perdí. Jamás volveré a verlo, tocarlo y besarlo. Pero, en cierta parte no me arrepiento porque él estaba sufriendo, ambos lo hacíamos y para ser franca, si yo estuviese en el estado en el que estaba Brad, también le habría pedido algo como eso. No soportaría la idea de ver a las personas que más quiero sufriendo por mí y estando estancadas por estar las veinticuatro horas del día preocupados por mí, cuidándome. Eso era lo que le pasaba a él.

—No, no cambiaría nada ni me arrepiento. —respondo, de lo más sincera. Oigo gruñidos y murmullos en la sala, pero no les hago caso. Voy a ser sincera y voy a dejar salir todo de dentro. Tomas me mira mal, sé que no le ha gustado mi respuesta y yo sé lo que hago.

—¿Por qué, señorita? —enarca una ceja.

—Porque sé que si cambiaría algo, el sufrimiento sería más intenso para él. Estuvo mal, claro que estuvo mal, no se puede acabar con la vida de una persona así, pero cuando ves que todo alrededor se desmorona y no hay forma de pararlo, tienes que tomar unas medidas. Él la tomó. Yo también, estaba renunciando a él y no había cosa que me doliese más pero... —sorbo la nariz, pues he empezado a llorar mientras hablaba manteniendo a raya el nudo que tengo en la garganta. Soy consciente de que todo el mundo está conteniendo la respiración, atentos a cada palabra que sale de mi boca e incluso posiblemente, las cámaras estén enfocando directamente a mi cara para sacar un buen plano —. Yo lo amaba y lo amo, todavía lo hago.

—¡Protesto Señoría! ¡Esto es denigrante! —dice, el otro abogado. Lo miro. Luego, con la mirada busco a mis padres pero no están. Frunzo el ceño y cuando el Juez le llama la atención al abogado, vuelvo la vista al frente

—Letrado, deje hablar a la acusada o si no lo acusaré de desacato —advierte —. Continúe, señorita Hope.

—Yo soy una chica buena, amiga de sus amigos y jamás sería capaz de hacer algo de tal calibre adrede. Ambos acordamos esto. Yo quería que él estuviese bien de una manera u otra y él, quería todo lo mejor para mí aunque no estuviese a mi lado. Sólo queríamos el bien de ambos. Nada más. Renuncié a él de la forma más dolorosa, pero sé que dondequiera que esté, está bien, no siente dolor y eso, es lo mejor para mí. No importa que yo esté en un centro penitenciario, sólo importa que su sufrimiento se ha extinguido.

He finalizado. Miro al Juez, luego a Tomas que no sé como descifrar su expresión. Hace de sus labios una fina línea y habla girándose para decirle al Juez:

—Señoría, no hay más preguntas.

— Señorita Hope, puede sentarse. —no digo nada y me siento, al lado de mi abogado. Que me dice en un susurro:

—Bien hecho.

—Que se llame al testigo Nathan Jack Hope.

Me quedo helada ¿Él va a serun testigo? No me lo puedo creer, esto sí que es denigrante.    

Mi compañero de celda ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora