Capítulo 16

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Los días pasan y pasan y no tengo noticias de Yoa. Eso me pone de los nervios, me desespera. He preguntado a los guardias y no son capaces de decirme nada ¡Capullos!

Blake, a excepción de las comidas, no se despega de mí porque sabe que estoy muy preocupada. Me sorprende como nuestra relación ha cambiado desde que entró por la puerta de la celda. Ahora incluso podría decir que sus actos de defenderme y no dejarme sola para que me distraiga a todo momento, me parece tierno.

A Marisa y a su séquito no las he visto de momento, pero por lo que me había dicho Blake días atrás, las llevaron al módulo rojo, dónde están las reclusas más peligrosas ¡Ojalá y las maten! Quiero que sufran tanto o más como lo he hecho yo. Antes no sería capaz de desear algo así, pero es tanta la rabia que siento, que deseo las peores de las cosas para ellas. Después de informarme de eso, Blake me había dado la chapa de por qué no me defendí como él me había enseñado. Y Llevaba razón, pero en esos momentos estaba tan cagada de miedo que no sabía cómo reaccionar.

Tomo la comida bastante desganada y voy hacia el patio, donde me esperan Dylan y Blake.

—Hola, preciosa, ¿estaba buena la comida? —me saluda, Dylan.

—Me han puesto patatas fritas, de antes de ayer, pero me han estado buenísimas —digo, sonriendo levemente. Me siento al lado de Blake y me da un pequeño beso en los labios, sorprendiéndome. El sonríe y me guiña un ojo. Como tonta, me pongo nerviosa. Después de lo que pasó, no nos besamos más, dormía conmigo, me mimaba y ahí se quedaba la cosa. Sólo eso. Ahora no sé qué mosca le habrá picado.

—Joder, hermano, y a nosotros nos ponen un puto puré de mierda —se queja, Dylan.

—Está asqueroso —añade Blake.

—¿Y tú por qué no comes en nuestro comedor? Si estás durmiendo allí...

—No, prefiero hacerlo en la otra zona.

—¿Por qué te cambiaron?

Ahora que me llevo mejor con él, no puedo desaprovechar la oportunidad de preguntar para saber de él. Veo que frunce el ceño. Oh, no, mala señal, me va a decir de todo menos bonita, por meterme donde no me llaman.

Suspira y finalmente dice:

—Maté a tres tíos, y como saben que soy incapaz de tocar a las mujeres, me cambiaron allí.

Asombrada lo miro, no me extraña nada que él haya matado, con el carácter que tiene... Por otra parte, me deja descolocada que diga que es incapaz de tocar a una mujer. A mí me ha tocado. Frunzo el ceño, dispuesta a pedir una explicación a eso.

—Hombre, incapaz no eres... —se me adelanta Dylan.

—Eso es diferente y tú lo sabes, idiota.

Dylan parece que sabe que no tiene que tocar más ese tema y yo, por lo que veo, decido no tocarlo. Por el momento. Más adelante lo haré, no pienso dejarlo pasar. El rubio, empieza a hablar de monos narigudos para aligerar un poco el ambiente, que se estaba poniendo un poco tenso.

—Vamos a jugar a las preguntas, Annie.

Me parece bien que cambie de tema.

—¿Y Blake? —pregunto, miro al nombrado y éste niega con la cabeza. Bufo, qué soso es —.Venga va, Dylan empieza. Éste asiente.

—¿Cuánto de condena? Bueno, haré algunas más ligeras ¿Hamburguesa o ensalada? ¿Postura sexual favorita? —alzo una ceja—. ¿Qué? me interesa —se encoge de hombros y no puedo evitar soltar una risita. Prosigue: —¿Tienes novio? ¿Por qué estás aquí?

Mi compañero de celda ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora