Capítulo 1: La carta de Luca

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El verano había llegado a Portorosso mucho antes de lo que Alberto había previsto. El cálido sol mañanero que bañaba su cuerpo una apacible mañana de julio le brindaba una agradable sensación de querer aprovechar el día al máximo. Pero antes, tenía algo que hacer.

Salió al pórtico y recargo su cuerpo en el muro, esperando paciente la llegada del cartero, quien, como cada mañana, se encargaba de entregarle personalmente el correo del señor Massimo desde su mudanza.

Igual que siembre, el cartero llegó puntual a las 07:23 de la mañana, se detuvo frente al pórtico donde el muchacho le esperaba y le regalo una radiante sonrisa que Alberto no dudo en devolverle.

Buongiorno!, ¡Alberto! — le saludó el cartero.

Buongiorno!, ¡señor! — le respondió al saludo.

El cartero bajó de su vespa, le estrechó la mano al muchacho y acto siguiente metió la mano en su valija para buscar el correspondiente correo que iba a entregarle.

— ¿Cómo esta Massimo?, ese hombre no conoce la palabra «descanso», y por lo visto tú tampoco, muchacho — comentaba el cartero rebuscando en su bolso. —. Ambos deberían tomarse uno muy buen merecido, en especial tú, chico.

— Qué va, no me cuesta nada ayudar a quien lo necesite. Además, soy un nadador experto. — Admite el chico, inflando el pecho orgulloso de poder ser capaz de servir a los demás.

— Es bueno que alguien valiente y dedicado como tú ayude a las personas de Portorosso, ¡eres todo un orgullo para el pueblo!

Sus palabras lograron ruborizar al chico, quien llevo una de sus manos a rascarse la nuca en señal de vergüenza.

Finalmente, saco del bolso un par de sobres con el mismo diseño de estampillas y se los extendió a Alberto, quien miro atento el primero, que parecía haberlo enviado Giulia, y después el segundo. Al leer el nombre de quien había escrito la segunda carta no pudo disimular la gran emoción que comenzaba a embargar su cuerpo de pies a cabeza. ¡Había recibido una carta de Luca!

— Bueno, me tengo que ir. Saluda a Massimo de mi parte, ¿quieres?, y cuídate mucho, Alberto. — Se despidió el cartero, volviéndole a estrechar la mano al chico, quien asintió a su petición, y subió de nuevo a su vespa para partir a su siguiente parada.

Sin nada más que esperar, volvió a entrar a la propiedad del padre de Giulia y tomo asiento en el comedor sin dejar de observar la carta que su amigo le había enviado. Dejó la carta de Giulia sobre la mesa y se dispuso a abrir la suya.

Al hacerlo, observo la bien practicada caligrafía de su amigo y la leyó en voz alta:

"Caro Alberto.

¡Las clases por fin terminaron y dentro de poco Giulia y yo estaremos viajando de vuelta a Portorosso!, ¿no es increíble?

Giulia y yo no hemos podido dormir desde entonces. Ambos estamos emocionados y ansiosos por volver a verlos. Tengo tanto que contarte que no me alcanzarían las palabras para abarcarlo todo en una sola carta.

Espero que todos en el pueblo se encuentren bien, que tú te encuentres bien, por supuesto, y que Ercole no les esté causando muchos problemas, porque... bueno, no es muy amable que digamos.

Te agradecería si pudieras pasarles la noticia de mi regreso a mi familia. Como sea, será mejor que no me alargue y te cuente todo lo que he pasado en persona.

Por favor, espera mi llegada."

Luca.

Con la euforia recorriendo cada parte de su ser, Alberto dio un brinco y soltó un muy sonoro «¡Yahoo!», al tiempo en que salía a toda velocidad de la casa para ir a pasar el mensaje a la familia de su amigo.

Amore Mio ᭥ ᭄ LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora