Amore Mio ᭥ ᭄ Luberto

Capítulo 2: De regreso a Portorosso

- ¡Ya basta, Luca! - Giulia, quien hasta ahora había permanecido tolerante en su asiento, saltó y puso un alto a la dramática escena de su amigo, quien no paraba de enredarse el cabello en los dedos. -, poniéndote nervioso por todo no ganarás nada más que resultar totalmente obvio una vez Alberto te vea.

- ¿Crees que lo sepa? - Le preguntó el chico con cierto dejo de angustia en su voz.

- ¿Que estas enamorado de él?, no - Suspiró la pelirroja, recargándose de nuevo sobre el respaldo de su asiento y bebiendo un poco de agua prosiguió: -. Conociendo a Alberto, es más probable que descubra que el planeta es redondo a lo que sientes por él.

Ambos rieron y Luca pudo sentirse un poco más tranquilo ante el tema, pero por muy despistado que Alberto fuera no podía dejar de pensar en las consecuencias que pudieran deparar al confesar sus sentimientos hacia él. Si bien, le tomo bastante tiempo y ayuda de Giulia para poder darse cuenta de ello, no estaba seguro de que el castaño pudiera llegar a sentir lo mismo que él, siendo esa la principal razón, y pese a la insistencia de su amiga, por la que decidió no confesarse mediante las cartas que constantemente envió al pueblo. Estaba seguro de que el momento indicado llegaría a su tiempo y solo se abriría a Alberto si este también mostraba indicios de corresponderle, no estaba dispuesto a arruinar lo que para él ha sido la mejor relación que había podido formar con alguien solo por amar a esa persona.

Las horas pasaron más rápido de lo que Luca tenía previsto, y para cuando se había dado cuenta ya estaban a nada de llegar a la estación de Portorosso. Giulia propuso preparar el equipaje para estar más que listos a la hora de dejar el tren, a lo cual Luca no argumentó algo en contra, pero sentía un vacío en el estómago que se agrandaba cada vez que se anunciaba la llegada a la estación del pueblo. Su amiga se percató de esto y se acercó a él para tomarle de los hombros y abrazarle con gentileza, la relación entre ambos se había forjado tanto que ahora se consideraban como hermanos.

- Hey, tranquilo, ¿sí? - Palmeó un poco la rígida espalda de su amigo y se apartó solo para mirarlo a los ojos. -. Estoy segura de que todo estará bien entre ustedes dos, aun si él no siente lo mismo por ti.

Aunque escuchar eso era difícil para él, lo cierto era que Luca se sentía agradecido de contar con el apoyo de Giulia. Sonrió aun con la preocupación dominando sus sentidos y tomo su equipaje, quedando a la espera de su llegada al pueblo.

- Muchas gracias, Giulia. - Emitió este con la voz rasgada y le dio un vuelco al corazón cuando el tren finalmente se detuvo y les era anunciada la parada a Portorosso.

Ambos se miraron, uno más tranquilo que el otro y, después de asentirle el uno al otro con la cabeza, ambos se dirigieron a la salida del vagón en el que estaban. El corazón de Luca latía con tanta intensidad que sentía que se le saldría del pecho en cualquier momento. Giulia bajó primero, y al hacerlo él, pudo escuchar un sinfín de gritos y aplausos de alegría; su familia estaba reunida en la estación del pueblo y una vez abandonó el tren el trío corrió hacia él y lo envolvieron en un caluroso abraso del cual deseaba nunca romper. Pudo escuchar con claridad los sollozos de su madre, quien no paraba de repetir lo feliz que estaba de tener a su hijo de vuelta en casa, y a su abuela regañándola también entre sollozos.

- ¡Has crecido tanto, hijo mío! - sollozaba la madre estrechando a su hijo con fuerza obtenida de quién sabe dónde.

- Daniela, querida, ya basta asfixias al chico. - Le reprendía su esposo, quien parecía haber tomado el papel de su madre.

- ¡Lorenzo, míralo, nuestro hijo ya es todo un muchacho! Oh, Luca, te ves tan guapo, mi niño - Dejó un poco las enrojecidas mejillas del joven para volverse hacia donde estaba Giulia. -. ¿Luca no ha conseguido novia? - Le preguntó a la muchacha, quien ante la pregunta hizo un esfuerzo por aguantarse la risa.