Capítulo 24: Egoísmo

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Al día siguiente. Toda la colonia despertó temprano gracias a la escandalosa trompeta que Giulia había llevado con ella a Génova. Incluso Luca juraría que escuchó a un par de señores gritar para que su amiga se detuviera.

Los cinco bajaron a la cocina para preparar el desayuno. Alberto y Luca pusieron la mesa mientras Giulia y sus padres preparaban la comida.

— Primer día en Génova, ¿cómo te sientes, Alberto? — Preguntó Giulia.

— Extraño. — Respondió este.

— Es normal — Añadió la madre de ambos. —, si no mal recuerdo, es la primera vez que duermes en un lugar ajeno a Portorosso, ¿cierto?

Alberto asintió.

— Ya te acostumbradas. — Dijo Massimo y le sonrió a su hijo.

El desayuno se llevó a cabo lo más tranquilo posible. El perro de Giulia comía a parte desde su tazón, moviendo la cola con cada bocado. Al terminar de comer, Luca y Alberto lavaron los platos mientras que Giulia limpiaba la mesa para después subir los tres juntos a sus habitaciones y planear lo que harían durante el día.

Faltaban solo dos días para navidad y las casas y calles ya estaban adornadas con guirnaldas, pinos, focos de colores y demás cosas típicas de la época.

Los tres decidieron que lo mejor sería llevar a Alberto a los lugares más increíbles que Génova tuviera para ofrecer, entre ellos: el planetario, la biblioteca, el acuario de la ciudad, el teatro, y cómo no, el puerto.

Decididos, los tres bajaron abrigados las escaleras para partir a su primer destino. Pero antes de que pudieran salir de la casa, la madre de Giulia los detuvo.

— Giulia, Albert... Oh, ¿iban a alguna parte, muchachos?

— Sí — Respondió Giulia. —. Planeabamos mostrarle a Alberto la ciudad.

Luca y Alberto asintieron.

— ¿Necesitabas algo, mamá? — Preguntó Giulia.

— Bueno, me gustaría hablar con ustedes dos — Señaló a Giulia y Alberto. —, pero puede ser en otra ocación.

— No se preocupe, signora Marcovaldo — Dijo Luca y abrazó a Giulia y besó la mejilla de Alberto. —, me adelantaré a la biblioteca y ellos podrán alcanzarme después de hablar con usted.

— ¿Estás seguro, Luca? — Preguntó Alberto, preocupado.

Luca asintió.

— Confio en que Giulia te mostrará el camino.

— No tarderemos mucho. — Dijo la madre de Giulia. Y con ello, condujo a sus dos hijos a la sala de estar mientras que Luca salía de la casa para caminar rumbo a la biblioteca.

Media hora después. Giulia y Alberto se vieron frente a la entrada de un enorme edificio de mármol blanco con una escalinata del mismo material y color que conducía a las grandes puertas de madera que fungian como entrada; la biblioteca era gigantesca.

Los dos subieron juntos las escaleras y entraron a la biblioteca. Giulia detrás de Alberto, quien, por si no estaba bastante maravillado por lo grande que se veía por fuera, estaba anonadado por lo inmensa que se veía por dentro.

Notó de inmediato la ausencia de sonido que cubría el lugar.

— Aquí no puedes hablar muy fuerte. — Advirtió Giulia, susurrate.

Señaló un letrero junto a ellos en el que estaban escritas muchas reglas como: «Guardar silencio en todo momento» o «No introducir ninguna clase de alimento a la biblioteca» y también «Están prohibidas todo tipo de mascotas».

Amore Mio ᭥ ᭄ LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora