Cap. 1 La fiesta

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Muchas veces he sentido que la vida nos da demasiados golpes, demasiadas subidas y bajadas. Algunas de ellas nos pegan demasiado fuerte y otras nos han derrumbado demasiado fácil, pero cada una de ellas nos han obligado de alguna manera a levantarnos, el mundo no está hecho para detenerte y no lo permitió conmigo. A pesar de las subidas y bajadas nunca me detuve, pero hubo un momento en mi vida donde estaba tan mal que los golpes llegaban antes de reponerme y así pasó repetidamente, fue como ver un coche sin frenos bajar una colina, no sabía en qué momento iba a estamparme, pero les contaré mi historia.

Todo comenzó cuando tenía 21 años, eran mediados del año, estaba en una fiesta con unos amigos, festejando nuestro último año en la carrera de teatro, pero esta fiesta había sido un alboroto, había tanta gente que no podíamos diferenciar de qué grado o qué carrera era cada uno, era una fiesta de frenesí, los amigos que estaban conmigo estaban completamente ebrios, yo estaba ebria, algunos estaban tan drogados que no podían ni hacer una oración, todos estábamos tan ensimismados, bailando, brincando, algunos no sabían ni con quién se estaban besando. No supe qué pequeño fragmento de mis neuronas ahogadas en alcohol respondieron despavoridas y me dijeron "sal de ahí", tomé a mi mejor amiga que tenía cerca y lo más claro que pude le hablé "tenemos que salir de aquí", pero ella no quería hacerme caso, estaba tan perdida con un chico que desconocía, se estaban besando y disfrutaba el momento lleno de placer que no le importó hacerme caso y me ignoró. Un chico muy amable se acercó a mí y se ofreció a llevarme, pero yo no sabía quién era y eso me hacía desconfiar, no fue hasta que uno de mis amigos de la carrera me dijo que era su conocido y que podía irme con él, "además es atractivo, puedes aprovechar amiga" no estaba dentro de mis cinco sentidos, pero me calmó un poco el hecho que él lo conociera; accedí a irme con él.

Salimos del lugar y me subí a su lujoso auto color negro con cristales polarizados (no sé porque no presté atención desde ese momento, no era un coche usual en esa zona) el alcohol en mis venas y el mareo por el exceso de humo me tenían desconectada de mi realidad y fue como subí a su auto sin prestar atención a las señales. El chico a mi lado estaba hablando por teléfono, pero yo no estaba prestando atención, entre el aire acondicionado y el movimiento del auto empecé a sentir mucho sueño cabeceando a cada momento. Pude quedarme dormida, pude haber sucumbido a ese arrullo y anestesia por mi estado, pero aún existía un poco de consciencia en mí y en el momento que sentí una de sus manos subiendo por mi entrepierna adentrándose a mi falda fue como si de pronto mi ebriedad bajara de golpe regresándome a la realidad. Cuando reaccioné fue que recordé de dónde venía y con quien estaba en el auto y todas mis alarmas se prendieron "espera, ¿A dónde vamos?" pregunté al darme cuenta que jamás le había dado una dirección "a donde quieras ir" contestó seductoramente con un nivel de sobriedad tan clara que nadie en la fiesta podía haber estado así. Él notó que yo ya no estaba tan desconectada del momento, empecé a moverme entre el asiento, buscando mi teléfono, pero no lo encontraba, no sé en qué momento lo había perdido. Entre mis movimientos él intentaba seguir con un tono más amable, desviando lo más que podía mi atención de lo importante, pero cuando alcé la vista al camino pude ver que no era un camino transitado o incluso no era un camino de la ciudad y eso hizo que entrara en pánico, me quité el cinturón desesperada, pero él estaba peleando conmigo para detenerme, para retenerme. Entre los forcejeos, mi desesperación y el terror hubo un momento que perdí toda conciencia de que seguía en un auto y en ese momento él se distrajo del camino, solo puedo recordar un par de luces frente al coche y el movimiento del volante tan drástico que provocó que el auto terminara por estampar contra un poste, él traía el cinturón, pero yo no, yo terminé saliendo por el parabrisas, PRIMER GOLPE.

Después de esa trágica noche todo empezó a irse en picada, desperté en el hospital después de 15 días de un coma inducido, porque mi cerebro estaba tan inflamado que no sabían siquiera si iba a despertar, de milagro lo hice, pero no de una pieza, tenía la pierna fracturada, dejándola inmovilizada de 8 a 12 meses, tenía golpes internos, rasguños y una muñeca fracturada. A pesar de que mi cerebro estaba bien y no había ningún daño aparente aún me faltaba pasar por varias cirugías críticas, mis huesos estaban quebrados, mis pulmones delicados, mis riñones funcionando al límite, todo dentro de mi estaba en un estado delicado que me requería dejarme más tiempo en el hospital y todo esto me llevaría meses de rehabilitación y mucho tiempo fuera de lo que yo realmente quería hacer, terminar mi carrera y hacer teatro; tuve que dejar la carrera, me era imposible seguir con el nivel de gravedad que tenía, estaría en cama por lo menos los próximos seis meses. SEGUNDO GOLPE.

En algún lugar de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora