𝗣𝗨𝗘𝗥𝗧𝗔 𝗔𝟭

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𝗗𝗮𝗹𝗹𝗮𝘀 (𝗗𝗔𝗟) —> 𝗦𝗶𝗻𝗴𝗮𝗽𝘂𝗿 (𝗦𝗜𝗡) —> 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗬𝗼𝗿𝗸 (𝗝𝗙𝗞)

Solo había tres cosas que odiaba más que al cruel circo que tenía por familia: los nuevos aires en la industria de las aerolíneas, el hecho de que solo me viera trabajando en una y que nadie respetara los carteles de «No molestar» que se colgaban ...

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Solo había tres cosas que odiaba más que al cruel circo que tenía por familia: los nuevos aires en la industria de las aerolíneas, el hecho de que solo me viera trabajando en una y que nadie respetara los carteles de «No molestar» que se colgaban en las puertas de las habitaciones en los hoteles.

Esta mañana habían golpeado la puerta ya dos veces en los momentos menos oportunos. La primera vez fue mientras follaba, cuando le metía la polla desde atrás a la mujer que había invitado a mi habitación mientras ella estaba apoyada en la mesita de café con el culo en pompa. La segunda vez fue cuando estaba hojeando los periódicos, a punto de agujerear las páginas infestadas de mentiras con la brasa de mi cigarrillo.

Y ahora, en el intervalo de tres horas, estaban sonando otra serie de golpes contra la hoja de madera.

—¡Señor Graham! —Esta vez se trataba de una voz, una voz femenina—. Señor Graham, ¿está ahí?

No respondí. Continué bajo los chorros de agua caliente de la ducha, tratando de pensar la mejor manera de salir de esta situación.

—¡Señor Graham, soy yo! ¡La doctora Cox! —La aguda voz regresó diez minutos después—. ¡Sé que está ahí! Si no me responde esta vez, tendré que pensar que algo va mal y llamaré a la policía.

«¡Dios...!».

Cerré el grifo y salí de la ducha. Sin molestarme en coger una toalla, atravesé el dormitorio de la suite y abrí la puerta para encontrarme cara a cara con una pelirroja vestida de blanco de pies a cabeza.

—¿Qué cojones quiere? —pregunté.

—¿Perdón? ¿Cómo se atreve a hablarme así? No me gusta que me ignoren... —De repente se quedó muda y dio un paso atrás. Abrió mucho sus ojos castaños y se le pusieron las mejillas muy rojas.

—Su pene está... mmm... —Su voz era ahora un susurro—. Está completamente desnudo.

—Qué perspicaz... —repuse con rotundidad—. ¿Qué desea?

Su mirada siguió clavada en mi polla durante varios segundos, luego se aclaró la garganta.

—Soy la doctora Cox, de recursos humanos de Elite Airways.

—Soy consciente de ello.

—Sé que este fin de semana es su último vuelo con Signature Air, pero dado que Elite y Signature se fusionarán a todos los efectos a partir del lunes, tiene que completar todavía algunos trámites —explicó—. Ha tenido diez meses para hacerlo, y es todavía el único piloto que no ha completado el perfil de personalidad. No solo eso, juraría que le dijimos cuando volaba hacia Dallas que aprovechara la escala para solventar ese hecho, señor Graham. Hemos venido aquí por usted, y estamos esperando que se encuentre con nosotros en la sala de reuniones. ¿Tanto le cuesta tomarse esta cuestión en serio?

𝗧𝗨𝗥𝗕𝗨𝗟𝗘𝗡𝗖𝗘𝗦 | 𝗔𝗗𝗥𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 | +𝟭𝟴 𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗘́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora