𝗣𝗨𝗘𝗥𝗧𝗔 𝗕𝟭𝟵

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𝗡𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗬𝗼𝗿𝗸 (𝗝𝗙𝗞) —> 𝗟𝗼𝘀 𝗔́𝗻𝗴𝗲𝗹𝗲𝘀 (𝗟𝗔𝗫)

Los intermitentes fuegos artificiales blancos de la gala iluminaban el cielo mientras aceleraba para salir del aparcamiento

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Los intermitentes fuegos artificiales blancos de la gala iluminaban el cielo mientras aceleraba para salir del aparcamiento. Sentía que me subía la presión arterial cada minuto que pasaba, y estaba seguro de que si no llegaba a casa pronto, acabaría haciendo algo que podría lamentar más tarde.

Estaba acostumbrado a ver la cara de mi padre en las portadas de las revistas y anuncios publicitarios, de poner los ojos en blanco al leer sus palabras y mentiras, pero verlo frente a frente esta noche me había hecho darme cuenta de lo mucho que seguía despreciándolo. De cuánto rechazaba Elite y todo lo que representaba.

Encendí la radio para poder concentrarme en otra cosa, pero cuando los pensamientos sobre mi padre desaparecieron, fueron sustituidos por otros sobre Marinette. La recordé con aquel vestidito, coqueteando con Félix. Y cómo me había hecho reaccionar eso.

«Nuestro acuerdo solo implica no tener sexo con otras personas, no con quién debemos hablar».

«¡Dios...!».

Pasé del aparcacoches del Madison y no me molesté en esperar a que se acercara a mi coche. Salí del vehículo dejando las llaves en el contacto, y subí rápidamente los escalones de entrada del edificio.

—Buenas noches, señor Graham. —Jeff me abrió la puerta—. ¿Qué tal van las cosas por el aire últimamente?

—Turbulentas. —Me dirigí al ascensor, que tenía la puerta abierta, y subí al ático, apreciando todavía más no tener que volver a hacer comprobaciones de seguridad cada vez que llegaba a casa. Abrí las ventanas de la sala, dejando que el aire fresco de la noche inundara el interior. Luego fui a la cocina y puse en fila todos los vasos de chupito que tenía para llenarlos de bourbon.

Me tomé un par de ellos y activé el contestador automático. —Bienvenido a casa. Tiene dos mensajes nuevos. ¿Le gustaría oírlos?

—Sí.

—Por favor, diga la contraseña.

Me bebí el tercer chupito.

—Uno. Ocho. Siete. Dos.

—Mensaje número uno... —Se escuchó un sonido y una voz ronca—. ¿Hola? ¿Estoy llamando a Deluxe Catering? Este es el número que...

—Siguiente.

—Mensaje número dos.

—Adrien, soy yo. —La quejumbrosa voz de Lila resonó en la sala—. Adrien, ya sé que estás en casa, así que coge... De acuerdo, mira. Independientemente de lo que sientas por mí, Félix o tu padre, tienes que hablar con nosotros. Es muy importante, y llevamos años tratando de utilizar todos los medios posibles para que nos prestes atención. ¿No lo ves? ¿No puedes verlo? —Parecía como si estuviera llorando de verdad—. Si todavía estás oyéndome...

𝗧𝗨𝗥𝗕𝗨𝗟𝗘𝗡𝗖𝗘𝗦 | 𝗔𝗗𝗥𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 | +𝟭𝟴 𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗘́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora