𝗣𝗨𝗘𝗥𝗧𝗔 𝗕𝟭𝟭

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𝗟𝗼𝗻𝗱𝗿𝗲𝘀 (𝗛𝗧𝗪)

—Asistentes de vuelo, preparen el pasaje para el aterrizaje

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—Asistentes de vuelo, preparen el pasaje para el aterrizaje. —La profunda voz de Adrien salió por los altavoces unos minutos antes de comenzar la maniobra para tomar tierra, por lo que recorrí la cabina una vez más para asegurarme de que todos los pasajeros se habían abrochado el cinturón de seguridad.

Afortunadamente, los dos hombres que habían coqueteado conmigo unas horas antes estaban mirando por las ventanillas, por lo que no iba a tener que rechazar sus ofertas para vernos después de tomar tierra.

El aterrizaje fue suave y fluido unos minutos después, y mientras se llevaba a cabo la maniobra para conectar el avión al finger, esperé con el resto del equipo a que se abriera la puerta. Después ocupé el lugar que me correspondía cerca de la puerta de salida, al lado de la señorita Connors.

—Aquí disponemos de dos días de descanso —me dijo—. Así que le sugiero que pase todo el tiempo que le sea posible con un albornoz en el hotel, que dé descanso a su cerebro para que pueda usarlo a fondo en el próximo vuelo.

No estaba segura de qué debía responder a eso, así que me limité a asentir, alejándome de ella.

—¡Que pasen una buena estancia en Londres! —Su voz fue toda cortesía y alegría para los pasajeros que salían—. ¡Gracias por volar con Elite! ¡Vuelvan a elegirnos para sus viajes!

Empecé a despedirme yo también, pero sentí que Adrien se interponía entre las dos.

—Buen discurso, capitán Graham —dijo ella, mirándolo—. Dígame una cosa, ¿no ha dicho los lemas obligatorios de Elite porque se le ha olvidado cómo mostrarse amigable o a propósito con la esperanza de que lo grabe y escriba a los superiores?

—Esperaba que hiciera un escrito.

—Tiene suerte de que hoy esté de buen humor. —Ella lo miró fijamente—. La próxima vez que coincidamos en un vuelo, le garantizo que no lo estaré.

—No esperaba otra cosa. —Adrien le sostuvo la mirada hasta que ella se dio la vuelta y reanudó la retahíla de despedidas.

A diferencia de los demás pilotos con los que había trabajado, no se quedó a nuestro lado para despedirse de los pasajeros con las consignas establecidas por Elite. Permaneció en silencio, casi melancólico, como si el pasaje no estuviera saliendo del avión todo lo deprisa que él quería.

Cuando por fin cruzó el umbral el último pasajero, esperé que dijera algo, al menos que me echara un vistazo, pero miró al primer oficial.

—Hasta la próxima —dijo para todos.

Luego agarró el asa de su trolley y dirigió unas palabras en voz baja al copiloto antes de pisar el finger.

Agarré mi propio equipaje y lo hice rodar lejos de él mientras oía fragmentos de los lujuriosos piropos que las otras asistentes de vuelo estaban soltando sobre él.

𝗧𝗨𝗥𝗕𝗨𝗟𝗘𝗡𝗖𝗘𝗦 | 𝗔𝗗𝗥𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 | +𝟭𝟴 𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗘́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora