Seis y cuarto

313 31 5
                                    

A la una de la tarde Elijah avisó a Maggie de que Dog se acercaba al portón corriendo y ladrando como si le persiguiera un ejercito invisible de caminantes.

A la una y diez, eran Maggie, Aaron y Jerry los que corrían detrás de Dog: justo en dirección contraria.

A y veinte, se les cayó el alma a los pies al descubrir a Daryl a lo lejos cargando entre sus brazos a Carol.

[El siguiente minuto pasó lento, y fue así porque los tres temieron confirmar una sospecha, una que los rompía en mil pedazos].

A y veintidos pudieron volver a respirar.

[Entonces la indiferencia y frialdad de Daryl pasó de un segundo a un primer plano].

A y veinticinco Maggie y Aaron se vieron obligados a volver a Alexandria corriendo.

A y treinta y ocho, Daryl, seguido de Jerry, entró por la puerta de enfermería.

Hasta casi y cuarenta no fue capaz de soltar a Carol sobre la camilla.

Hasta cuatro minutos más tarde no consiguió dejar de tocarla, de mirar su respiración yendo y viniendo en su pecho, de sentir su calidez, de acariciar su mano...

-Daryl- le susurró Maggie en un vano intento por acercarse a él, por darle cierto consuelo.

-Déjame- pronunció.

Luego respiró, le acarició la sien a Carol, la miró por última vez, volvió a respirar y se marchó.

A las dos y media Jerry lo encontró apoyado en un árbol fuera de Alexandria.

A las tres menos diez fue Maggie quien pasó por allí para tratar de convencerle para que volviera dentro.

A las cuatro la que salió fue Lydia.

Y ella, por el contrario, no le dijo absolutamente nada.

Solo se abrazó a él y esperó.

Esperó en silencio a lo que fuera que Daryl necesitara hacer.

Esperó sin saberlo a un llanto: uno desconsolado. El llanto de quien por fin ha conseguido encontrar el momento adecuado para liberar toda la angustia, el miedo y el dolor que llevaba días tragando.

Daryl lloró cada segundo que había pasado tratando de evitar la idea de que podía haber perdido a Carol para siempre. Lloró también la impotencia de no encontrarla. Lloró cada noche sin dormir, cada amanecer en el que su estómago le había suplicado algo de comida... Lloró toda la culpa por no ser él quien se hubiera ido, toda la rabia por haberla dejado ir. Lloró cada latido acelerado en su pecho al dar con ella. Lloró todos y cada uno de los golpes que Carol tenía en su cuerpo.

Lloró.

Lloró incluso lo mucho que la amaba.

Lloró.

Y lloró mientras Lydia lo seguía abrazando con fuerza. Lloró a ratos en silencio y otros con el corazón entrecortado. Lloró mucho, lloró poco, lloró hasta cansarse y lloró con cansancio.

Lloró y, cuando todo hubo salido, paró.

-¿Mejor?- la joven no se despegó de él para preguntarle.

Daryl suspiró como respuesta.

-Es mi culpa- necesitó ella decirle.

-No- le negó antes de moverse, de limpiar con la manga de su camisa todas las lágrimas que se habían quedado en su mejilla.

YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora