-¡Joder, Daryl!-.

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Daryl                                            

¿Cuántos días llevaba sin parar?

No lo sabía.

No tenía ni idea de cuántas noches había pasado a la intemperie, caminando y alumbrando cada paso que daba con la tenue luz de la linterna. Buscándola. Tratando de encontrar cualquier mínimo rastro al otro lado del río que lo hiciera dar con ella.

Porque era imposible que se hubiera evaporado. Porque se negaba a pensar que aquella sangre, que su ropa y su arco fueran lo último que iba a ver de Carol. Porque no podía perderla.

No.

                                                                                   Carol

Quizás cuatro. Quizás cinco.

Desde que había asumido que iba a morir allí había dejado de contar las vueltas que estaba dando la tierra sobre sí misma. Porque... ¿qué importaba eso? ¿Qué más daba vivir un día más? ¿Qué cambiaba si lo único que deseaba hacer era precisamente volver el tiempo atrás?

Volver a aquella casa.

A aquella puerta.

-¡Joder, Daryl!- exclamó al darse cuenta de que estaba justo detrás de ella.

-Perdón- le faltó tiempo para disculparse y separarse un poco.

-No...- negó para sí misma, -perdóname tú- se colocó la mano en el pecho antes de seguir hablando. -No te esperaba ahí y...- suspiró.

-Te he asustado- asumió.

-Sí- sonrió.

Él también decidió hacerlo y, por unos segundos, casi pudieron sentir como si las últimas semanas nunca hubieran pasado.

Aunque sí lo habían hecho y sí le pesaron lo suficiente sobre los hombros como para preferir no dejarse llevar.

-¿Querías salir?-.

-No...- contestó Daryl. -Quería...- estar contigo, quiso decirle, -ayudarte- lo suavizó.

Daryl                                                        

Clavó su cuchillo en la cabeza de un caminante y siguió avanzando pese a que le estaban faltando todas las fuerzas.

De hecho, desde fuera hasta parecía uno más: cansado, cubierto de sangre y de barro, pálido, ojeroso... andando con un paso tan errático como el de ellos...

Y quizás por dentro tampoco estaba mucho mejor.

-Joder- murmuró al darse cuenta de que había vuelto a llegar al mismo punto, a aquel puto rastro de sangre a la orilla del río.

                                                    Carol

Se volvió a quedar dormida. Volvió a despertarse. Se durmió otra vez.

Tenía tan poca energía, se sentía tan débil... que eso era lo único que podía hacer.

Además, estaba tan cansada que ni siquiera era capaz de recordar lo que soñaba, así que aquel era el único espacio en el que no estaba él. En el que Daryl no aparecía en su cabeza en forma de recuerdo, ni tampoco la atacaban las dudas sobre cómo se tomaría su mensaje, si es que lo recibía.

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