Suerte que tengo estómago de hierro.

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-¡Samuel, el bebé!
-¡¿Qué le pasa?!
-¡Está muy caliente!
Me levanté de prisa de la cama. Zeus no paraba de llorar y Guillermo tenía el ceño fruncido. Toqué a Zeus y era verdad, hervía en calentura.
-Súbete al coche, ya.
Eran las dos de la mañana, ¿a dónde lo llevaríamos a mitad de la mañana. Así que encendí el motor y los llevé hasta el hospital más cercano. Casi no había nadie a esa hora, así que no importaba realmente mucho si nos llegaran a ver con el Zeus o no.
Llegamos hasta la sala de urgencias. Solo podía pasar uno de los dos, así que dejé que Guille entrara con Zeus, él sabia más de estas cosas que yo.
Tenía los nervios a todo.
Entonces empecé a pensar las cosas más horribles del mundo. Si Zeus moría, Guille se vendría abajo, y yo junto con él. Si tenía una enfermedad incurable, eso preocupaba. No preocupaba el hecho de que vomitara siempre y el piso oliera mal, es una suerte que tengo estómago de hierro.
Pero realmente ni sabíamos el por qué Zeus de la nada se había puesto mal, y eso nos preocupaba

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Hola:3 dentro de un ratín otro cap. Más :)

Un Amor de Medianoche  «Wigetta» (Saga Wigetta a Medianoche 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora