Un Amor de Medianoche «Wigetta» (Saga Wigetta a Medianoche 4)

Las dos primeras cosas de la lista de "lo que jamás querría hacer".

Alex y Frank estaban ahí, mirándonos como si ocultaramos el secreto más grande del mundo, por un segundo volví a sentir que Guillermo y yo aún andábamos en secreto y que ellos parecían sospecharlo. Pero no, ahora sospechaban que teníamos un bebé y lo sospechaban porque el pequeño Zeus lloraba.
Si se enteraban quizás le dirían a las autoridades, e ir a la cárcel se encontraba en las dos primeras cosas de la lista de "lo que jamás querría hacer".
-¿Que fue eso? -dijo Alex.
-Quizás sean los vecinos -dijo Guille-. Aquí se oye todo desde el otro lado.
Pero ni Frank ni Alex le creyeron. Subieron hasta el cuarto y ni Guille ni yo los detuvimos. Era algo que tenia que pasar. Confio en ellos como para saber que no soy tan malo e ir a decir a un jurado que teníamos un bebé y no era nuestro ni lo habíamos adoptado.
Cuando abrieron la puerta, Zeus ya había dejado de llorar y estaba ahí.
-Oh -fue lo único que dijo Frank.
Lo levantó con cuidado y lo rodeó con los brazos, encantado.
-¿Es de ustedes? -le preguntó Alex a Guille.
-No.
-Entoces... ¿como?
-Es una larga historia.
Alex quiso cargarlo y Frank se lo dio, siempre con cuidado. Lo que no esperaba es que ellos estaban maravillados.
-¿Como se llama? -Frank estaba feliz de vernos con un bebé.
-Zeus.
-Es muy lindo.
Nos hicieron las típicas preguntas. Les contamos como fue que Zeus había llegado y ellos estaban asombrados, simplemente asombrados. Ellos nos dijeron que contabamos con su silencio, y que si algún día llegábamos a estar en juicio por el hogar del bebé y la procedencia de él, contábamos con ellos para todo.
Se despidieron y nos quedamos solos.
-Esta noche... tú y yo... -le dije a Guille con tono morboso.
-Y Zeus -dijo interrumpiendo la oración-. No creo que Zeus nos deje. Tenemos que comprarle una cuna.
Era cierto, eran las cosas malas de los bebés. Pero por otro lado me alegraba, me alegraba muchísimo el que Guille y yo tuviéramos un bebé. Él siempre había querido uno y ahora lo tenía.

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Gracias por seguir leyendo. Las cosas se pondrán salseantes ( ͡ʘ ͜ʖ ͡ʘ)