Y vivieron felices para siempre en L.A.

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Todo ya había quedado de maravilla, todo ahora era perfecto para mí, para Samuel y para Zeus.
Teníamos planeado muchas cosas de ahora en adelante, una de esas cosas era irnos a vivir a Los Ángeles, solos, sin nadie que nos molestara, con un nuevo vecindario y nuevos vecinos -exceptuando a Lana y Luzu que ellos vivían ahí- incluso ellos nos dijeron que un departamento cerca del suyo.
Así que ahora nos esperaba una nueva vida en Los Ángeles, como la nueva familia que somos.
Pero este era un gran paso para los dos. Un muy gran paso. Dejaríamos a nuestra familia, amigos, y conocidos.
-Samuel -dije pasando mi mano por su mejilla.
-¿Si, cariño?
-Estoy triste.
Se volvió hacia mi, sabía el por qué yo estaba así, y en parte lo entendía.
-Tranquilo. Yo también me siento así, es normal.
-Siento que cuando estemos en el aeropuerto despidiéndonos de todos nuestros amigos lloraré.
Y probablemente me arrepentiría de hacer eso. Probablemente.
-Papis, papis -llegó corriendo Zeus-. ¿cuando nos vamos a LA?
-Muy pronto, cariño -le dijo Samuel abrazándolo.
Ese día empacamos todo, las maletas, los libros, todo lo que fuésemos a necesitar.
Cuando por fin todo estuvo listo, llegó la hora que yo no quería -y también quería- que llegara. La despedida.
Me imaginaba la cara de de madre, y la de Carol, la cara de los padres de Samuel, de nuestros amigos, todas las locuras que compartimos.
Pero una gran aventura me espera por vivir junto a Samuel y mi pequeño (ahora no tan pequeño) Zeus. Estaba preparado, sabía lo que quería.
Habíamos ido a la casa de los De Luque para despedirnos. De su padre, el cual estaba muy contento y orgullos de que su hijo había logrado y conseguido lo que tanto quería.
-No te preocupes, papá, vendremos de visita -le había dicho Samuel. Su padre sonrió y volvió a estrujarlo en sus brazos.
Su madre fue la que se me acercó mientras Samuel y su padre se despedían.
-Cuidense mucho, y no se olviden de nosotros -me dijo brazándome.
-Lo haremos. Y ustedes también, volveremos de visitas.
Ella sonrió y me dio un beso en la mejilla.
-Cuiden mucho a Zeus.
Le sonreí y asentí con la cabeza.
Cuando Samuel terminó de despedirse de su padre, fue con su madre, su padre se acercó hacía mí.
-Cuidense mucho -dijo estrechanome la mano.
-Sí, lo haremos.
Entonces, cuando por fin todos acabamos de despedirnos, llegó la hora de ir con mí familia.
Zeus jugaba con Carol, mi pequeña y única hermana a la cual extrañaría a más que nadie de España. Mi madre se avanzó sobre mí con lágrimas en los ojos.
-Prometeme que vendrán de visitas -me dijo.
-Claro, estaremos viviendo constantemente.
Me besó en la mejilla y me sonrió, Samuel igual se despidió de ella, de Zeus y nos dirigimos al aeropuerto donde nos esperaban nuestros amigos.
El primero en despedirnos fue Frank, que nos dio un enorme abrazo.
-Tios, tienen que volver pronto, tenemos muchos planes -dijo Frank.
-Claro que sí, hombre -le contestó Samuel.
Entonces, Frank se fue haca donde estaba Alex y vimos a los dos que se miraban como si ocultaran el secreto más grande del mundo, y por un segundo, vi que esas miradas eran las miradas que Samuel y yo nos hacíamos.
-Creo que volveremos muy pronto para otra boda -dijo Samuel. Él también lo había visto.
Después, se despidió, Alex, seguido de Rubius y Mangel que no paraban de decir «Wigetta, wigetta» mientras saltaban y brincaban.
Cuando subimos al avión, Zeus estaba impaciente, era su primer vuelo -y no seria el último- que hacíamos juntos.
El vuelo pasó casi sin darnos cuenta (o lo creía así porque me había dormido la mayoría del viaje). Luzu y Lana nos esperaban en el aeropuerto de Los Ángeles para dirigirnos a nuestro departamento.
Nos nos costo trabajo acondicionarlo bien para vivir, ya que teníamos todos lo que se necesita. Cama, mesa, sala televisión, etc...
Era hora de empezar nuestra vida, nuestra verdadera vida como una familia que somos.
Esa noche hicimos el amor..., y juro por el amor de Dios que sentí que tocaba el cielo.
Samuel se aferraba a mí mientras jadeaba y embestía adelante y hacia atrás, ycotra vez, y otra y otra. Yo soltaba gemidos que hacia que Samuel gimiera mi nombre y cerrara los ojos de tanta excitación provocada.
Esa noche, mientras lo hacíamos, de pronto, sentí una sensación que estoy seguro que Samuel igual la sintió; por mi mente, mientras hacíamos el amor, pasó con un destello de luz todo lo que habíamos pasado, cuando me invitó a salir, aquella noche en el motel, cuando me fui y le partí el corazón, cuando me prosuso matrimonio y cuando nos casamos. Todo fue tan claro y hermoso. Y fue entoces cuando supe que nada volvería a ser lo mismo. Ahora él y yo estabamos juntos.
Samuel se recargó en la pared y no me senté en sus piernas frente a él.
-¿Lo sentiste? -me dijo refiriéndose a lo que dije.
-Sí, fue muy...
-Hermoso -lo acompletó él.
Me miró y le besó en los labios con toda la calma del mundo ahora la teníamos, toda la calma del mundo.
Cuando terminó de besarme, se volvió hacia mí.
-¿Lo hacemos de nuevo? -preguntó.
Negué con la cabeza.
-Tenemos mucho tiempo.
-Por siempre y para siempre.
-Eso me suena a gloria.
Y continuamos disfrutando con alegría es pequeña pero perfecta fracción de nuestro amor infinito.

❁EL FIN❁

Un Amor de Medianoche  «Wigetta» (Saga Wigetta a Medianoche 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora