-----•◦Prologo•◦-----

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Ron llegó a la pequeña casa que tenía con su pequeña nutria muy cansado, había ido a dejar a la mansión Potter los suplementarios de su mejor amigo.

Paso a la casa cálida, el tapiz rojo era realmente acogedor y los muebles cafés chocolate le daban ese toque Gryffindor.

Hermione estaba sentada en el sillón chocolate para 3 personas que tenían frente a la chimenea encendida.

El fuego danzaba tranquilamente y era lo único que iluminaba la mediana sala aparte de la lámpara de la mesita de madera a lado de aquel sillón chocolate.

-¿Y cómo está Harry? .-Preguntó Herm con su voz tranquila dejando su libro a un lado de la lámpara centrando la atención en su esposo.

Ron se encogió de hombros mientras que pasaba a la cocina para acomodar los viales que contenían las pociones que Neville le había recetado a Hermione para que se mantuviera saludable.

Hermione Granger estaba en su 4 mes de una búsqueda sin parar para encontrar una solución al problema de su amigo, el problema era que ni uno de los libros le daba algo que ella no supiera ya.

-Ni siquiera me dejó pasar más allá de la puerta, tuve que dejarle los suplementos afuera de esta como siempre.-Aclaro el pelirrojo deshaciéndose de su caliente abrigo para ir a abrazar a su dulce esposa.

Harry aquella noche había clavado sus propios colmillos en su brazo para no hacerlo en Hermione o en Ron, había estado realmente asustado con su cuerpo entero temblando sin control alguno, él no lo pensó mucho y se alejo de ambos por su propio bien.

Eran su familia, el príncipe de Gryffindor no soportaría perder a su familia.

Pero alejarlos también era una forma de lastimarlos por mas que Harry digiera que era lo mejor.

La inmortalidad era más bien un martirio para Harry Potter.

La noche transcurrió con normalidad para la pareja, ambos abrazados manteniéndose calientes dentro de su casa protegiéndose de la nieve y el frío de exterior, Ron acariciaba la cabecita de Hermione mientras que esta seguía con su lectura.

A la mañana siguiente después del desayuno Hermione tenía que tomarse uno de sus viales cada mañana por el dolor de cabeza y estrés que últimamente había estado manejando.

Ron se encontraba lavando los trastes con magia mientras que tomaba una taza de café caliente y miraba por la ventanita de su cocina como el sol iluminaba la nieve haciéndola parecer como un montón de diamantes por el destello intenso que lo deslumbraba.

Una risa ahogada salió de sus labios rojos, se preguntó si su amigo también brillaba como aquel vampiro de las películas muggles.

Pero esa sonrisita no le duró mucho cuando literalmente le partieron un vial en la cabeza.

-¡Ron eres imbécil! .-Rugió Hermione entrecerrando sus ojos con una furia mal contenida.

Ron que había abierto la boca de dolor frunció el ceño mirando a su desquiciada esposa aniquilarlo con la mirada.

¿Y ahora que había hecho?.

Más rápido que flash Ron repaso los probables errores que podría haber cometido, esa mañana había dejado que ella hiciera el desayuno porque él estaba agotado como para levantarse hacérselo y llevárselo a la cama como todos los días.

Pero su pequeña leona pareció entender que él se había quedado sin energías.

Con terror Ron vio como Hermione inhalo y exhalo dándose la vuelta para regresar con los viales que había traído la noche anterior.

No se los iba a lanzar... ¿Verdad?.

-Ronald Torpe, idiota, sonso, estúpido Weasley.-Siseo Hermione lentamente dejando los viales en la mesa con enojo provocando un estruendo.

Vaya esos eran muchos insultos saliendo de los dulces labios de Hermione..debió haber hecho algo muy muy malo.

Ron tragó saliva tan duro que resonó en el tenso silencio que se había formado.

-Dejaste mis viales con Harry.-Susurró ella con una voz que indicaba peligro para el pescuezo de Ron.

Ron más paniqueado pegó su espalda al fregadero.

-N-no.-Quiso decir él con una voz segura pero para la mala suerte de la pobre comadreja le salió demasiado temblorosa.

Hermione se rió con una histeria que solo hizo que su pobre esposo pusiera una mueca de terror muy mal disimulada.

-Dejaste a tu amigo vampiro sin comida, ¿Si sabes que los suplementos para Harry es como si todos los días te diera de comer un pedazo de pan duro 3 veces al día, verdad?

Ron ya no supo si mirar al cielo y rezar porque su esposa fuera piadosa, si darse una tremenda palmada en la frente por idiota o si reírse para no llorar.

-¡Lárgate de aquí y ve a ver a quien Merlín Harry pudo matar!, ¡Apúrate y llévale su comida pedazo de...!.

Ron ni siquiera escuchó la fila de insultos que su esposa estaba por soltarle porque con muchísima prisa tomó la caja de viales y con su magia sin varita se trasladó fuera de la mansión Potter.

En cuanto vio la puerta abierta y la nieve dentro de esta supo que ahí no encontraría a Harry.

Con pesadez Ron cerró los ojos rezando porque en el profeta no estuviera el rostro de su amigo y un título que dijera explícitamente lo que Harry era.

Un vampiro hambriento.

Tremenda paliza que Hermione le soltaría si no encontraba a Harry sano y a salvo, su muerte le llegaría si es que Harry le clavó los colmillos a alguien y lo dejó sin sangre.

Sí, definitivamente Harry no era el único con mala suerte.

-Merlín santo por favor ayúdame con esto...-Fue lo único que dijo Ron antes de adentrarse a la mansión esperando encontrar alguna pista del posible paradero de su amigo.

--•◦𝑩𝒆𝒔𝒐𝒔 𝑬𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂 •◦--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora