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Harry Potter.

En cuanto regresé a la mansión no me atreví a entrar para averiguar si Ginny seguía ahí, tampoco me moleste en cerrar la puerta abierta.

Los copos de nieve empezaban a caer del cielo oscuro y la nieve cada vez se iba a acumulando más en el piso.

De un parpadeo ya me había subido al techo de la mansión Potter, simplemente me dejé caer en el techo rendido.

Solté un suspiro pesado y entrecerrando los ojos enfoque el cielo nocturno, el color oscuro de la noche hacía que las hermosas estrellas blancas resaltan por su brillo a comparación de los copos de nieve que caían, las nubes grises moviéndose con apuro formaban figuras extrañas a las que ya no podía encontrarles formas como alguna vez pude.

Por más que me esforzara simplemente no podía, lo único que a mi mente venía eran los orbes grises de Malfoy.

Deje que mi mente divagara en el recuerdo de su cálida piel calentando mis gélidos labios, sus ojos eran como el cielo nocturno, sus pupilas negras llenas de estrellas, las nubes eran sus iris plata, tan suaves y de matices de un grises tan diferentes y únicos.

La vaga sensación de un vacío en mi cabeza me llegó a inundar poco a poco.

Los días con nubes grises son los días en donde más lo recuerdo.

Los delicados copos de nieve empezaban a caer sobre mi rostro, reí para no deprimirme al no sentir alguna diferencia entre no tener copos en el rostro a tenerlos.

Al final de todo, ¿Cómo iba a sentir algo que no estaba más frío que mi piel?.

Me quedé viendo el cielo, buscando inútilmente figuras en sus nubes, para cuando menos me di cuenta los colores azules empezaban a darle paso a más colores.

El amarillo del sol se asomo justo frente a mis ojos degradándose a un verde agua para después dar paso a un maravilloso azul rey tan parecido al de la casa de Ravenclaw.

Cerré los ojos.

Solo tenía que hacer que el sol tocara mi piel y entonces...

Entonces en el mejor de los casos me haría cenizas tal como los mitos muggles predicen y en el peor brillaría como un diamante como Edward Cullen.

Abrí los ojos lentamente de nuevo enfocando nuevos matices más pasteles, colores como el rosa y el morado habían remplazado ya a aquel verde agua y el azul empezó a ser más y más claro.

Y entonces el sol empezó a salir.

No tuve que pensar mucho, me senté lentamente y estiré mi mano siendo las puntas de mis dedos quienes tocaran el sol.

Mis labios se apretaron con fuerza para no soltar ningún ruido de sorpresa.

Mire como mi piel tan blanca como la nieve empezaba a retomar aquel color piñón que alguna vez tuve.

El sol bajo y baño mi rostro, podía sentir su calidez calentar mi cuerpo poco a poco.

Me sentí tan bien, me sentí tan...

No podía explicarlo.

Era simplemente tan agradable que no sentía que fuera real.

-¡HARRY! .-Bramo alguien y lo siguiente que sentí fue como alguien me tacleaba.

Tal vez antes hubiera sentido dolor al caer duramente en el techo pero lo único que sentí fue el peso encima de mi.

Los cabellos rojos de Ron brillaban preciosamente con la luz del sol dándome, este hizo todo lo posible para cubrir mi rostro del sol.

--•◦𝑩𝒆𝒔𝒐𝒔 𝑬𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂 •◦--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora