En ocasiones el tiempo parece no transcurrir a nuestro alrededor, es como si la vida se nos hubiera detenido en cierto punto, y lo peor es que no podemos hacer nada para evitarlo. Así me encontraba yo en estos momentos, en pausa, como una muñeca sin pilas, como si algo en mí se hubiera descompuesto, y por más que mirara a mí alrededor no podía encontrar esa pieza que se me había perdido en el camino.
Era una habitación fría y solitaria, incluso un poco maloliente y depresiva. Estoy en una cama, completamente debilitada, conectada a muchos cables y el cuerpo me duele tanto que parece que corrí la maratón en los juegos Olímpicos.
No sé dónde estoy, me encuentro tan confundida y mareada ¿Cómo se supone que termine aquí en está habitación de hospital? ¿Cómo se supone que pase de fingir una sonrisa en la estúpida fiesta de mis hermanastras a estar postrada en una cama?
Me incorporé un poco en la cama haciendo el amargo intento de levantarme en busca de respuestas, pero al hacerlo cada parte de mi dolió, cada hueso de mi cuerpo se estrujo como si en cualquier momento fuera a desmoronarse.
¡Joder como duele! Duele más que la vez que me rompí la muñeca y el médico decreto que nunca más podría pintar en lo que quedaba de mi jodida vida...
—Ahh—solté un sonoro quejido— ¡Joder, como duele!
Alguien entró a la habitación ante mis gritos, era un hombre moreno que inicialmente pensé que era el doctor, pero después me percaté de que no llevaba bata blanca y además iba vestido de manera informal.
—Tranquila, guapa—susurró, su voz sonó suave en mi oído, como una ligera caricia, tan melodiosa que consiguió calmarme un poco. Su ligero acento español sonó demasiado bien, siempre me ha llamado la atención como hablan los españoles.
—¿Por qué estoy aquí? ¿Quién es usted...? ¿Por qué...?
—No hagáis demasiado esfuerzo....—con ternura comenzó a acariciar mi cabello, acto que me pareció bonito, pero a la vez un poco atrevido, al final del día es un completo extraño—Te lo voy a contar todo ¿Vale?—asentí débilmente—Solo no te muevas o podrías lastimarte— ¿Estamos claros?—volví a asentir—Haz tenido un accidente de coche....
Pequeños fragmentos regresaron a mi memoria, a modo de dolorosos recuerdos. Por un momento comenzó a suceder todo de nuevo, ella riendo sin parar mientras yo la observaba y pensaba ¡Joder esta chica es genial! Y luego...luego todo se puso patas arriba, comenzamos a dar vueltas por aquella inmensa carretera, como una montaña rusa en picada, solo que al final del trayecto no hubo felicidad ni adrenalina, al final de camino solo hubo una cosa, total oscuridad…
—¡¿Y Azul?! ¡¿Y la chica que andaba conmigo...?!—pregunté con la voz quebrada, la verdad temía a la respuesta, me negaba a perder a alguien más en mi vida, no éramos más que un par de desconocidas con locuras en común, pero tenía claro que me dolería saber que le ha sucedido algo...
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Un desastre llamado tú
Teen Fiction"Nunca imaginé que odiarlo tan solo era el primer paso"