Capítulo 15 | Todo lo que nunca habia sentido.

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Sus labios saben dulce como el buen veneno, son una combinación increíble entre ternura y perversión

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Sus labios saben dulce como el buen veneno, son una combinación increíble entre ternura y perversión. Es como un narcótico para mis heridas, una adicción en la que me encantaría quedarme perdida eternamente.
Su boca se mueve con lentitud sobre la mía, pero con unas ganas desquiciante, con el frenesí incontrolable de ser eternos, y lo éramos, en ese momento lo éramos...

Tal parece que él es lo que siempre he estado esperando, esa persona que produce en mi esa mezcla de explosiones placenteras y que hace vibrar cada parte de mi cuerpo.

Jamás pensé que me sentiría así, nunca imaginé que el chico de los ojos bonitos, el idiota arrogante que conocí aquella mañana en la escuela y que me cayó tan mal conseguiría que sintiera lo que nunca había sentido por nadie, y joder se siente tan bien, se siente tan bien pertenecer a unos labios, pertenecer a un corazón por al menos un par de segundos...

Nos separamos por inercia después de un rato. Nathaniel me observaba cohibido pero con esa sonrisa imponente en sus labios. Yo por el contrario me encontraba nerviosa, era como sí el fuego finalmente se hubiera aplacado y ahora solo quedará frente a él la misma chica insegura y débil de siempre.

-¿Estás bien?-indagó mientras uno de sus dedos se dedicaba a explorar mi mejilla con ternura.

-No lo sé-revelé proyectando una pequeña sonrisa tímida que se quedó en el aire en cuánto Nathaniel plegó el sobrecejo.

-¿No te gustó?-interrogó en un susurro, como si temiera la respuesta, como si esperara que yo como siempre lo arruinara al decir algo que pudiera herirnos, o que lo volviera a alejar de mi.

Sus ojos se tornaron un poco tristes y se alejó unos centímetros preso de la decepción. Tuve que contener la risa para no terminar carcajeándome en su cara. Desde que nos conocimos en aquel pasillo Nathaniel se convirtió en un tornado alrededor de mi vida, en un maldito extorsionador de sentimientos, por eso hacerlo sufrir un poquito, es algo demasiado divertido para mí ego.

-No me gustó-bromeé, pero al parecer Nathaniel no notó de que esta vez yo no estaba hablando en serio.

-¿Lo dices en serio...?

-Sí, lo digo en serio, no me gustó en absoluto...me encantó...

Su rostro se iluminó con mi confesión y juro por mi vida que ver sus ojitos verdes llenarse de felicidad y sus sonrisa ensancharse hasta casi topar sus orejas ha sido lo más hermoso y perfecto que mis ojos han visto. Creo que Nathaniel debería de ser considerado la octava maravilla del mundo.

Se acercó nuevamente y ajustó sus manos sobre mi cintura, con delicadeza posó su cabeza sobre mi hombro, y me atrajo hacía si con una risita. Nos deshicimos en un tierno abrazo, un abrazo que se sintió demasiado bien, se siente como nadar en un lago mientras la brisa fresca despeina mi cabello o cuando correteaba en el parque con mi familia y reíamos como si el mundo dependiera de que nosotros fuéramos tan felices. La calidez de su piel me transporta a cuando la vida era bonita, es como sí de repente mi alma hubiera cobrado vida nuevamente.

Un desastre llamado túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora