Capítulo 02 | Sí estoy en tus brazos sí qué estaré bien.

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Me negaba a derrumbarme, no quería hacerlo, no quería sentirme sola y vulnerable, no quería romperme un poco más

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Me negaba a derrumbarme, no quería hacerlo, no quería sentirme sola y vulnerable, no quería romperme un poco más.Eran demasiados años fingiendo ser fuerte, demasiado tiempo intentando no recordar cosas qué sólo yo recuerdo, qué sólo a mí me duelen.

—Eli—sentí su voz lejana, cómo un pequeño susurro—¿Estás bien?

¿Estaba bien? Ni siquiera yo conocía esa respuesta.

Todo en mí vida es una mentira, una terrible mentira, llevó fingiendo por mucho tiempo estar bien, mí respuesta es un sí cuando me cuestionan por él tema de papá o cuando mamá pregunta sí estoy de acuerdo con quedarme con los mellizos para qué se valla de fiesta con sus amigos, o finjo no saber qué cada noche en su cama duerme un hombre diferente, o qué no me rompo cada noche cuando los recuerdos vuelven a mí en forma de pesadillas.En mi vida todo era un no disfrazado, un fraude.

«Estoy por pensar qué hasta yo soy un fraude»

Sentí cómo sus brazos me envolvieron en un fuerte abrazo, un abrazo qué no sabía qué necesitaba hasta ahora.Me deshice a la primera caricia en mí hombro, y comencé a llorar cómo una niña pequeña, sin reservas, dejando salir todo el dolor qué traía acumulado en mí pecho, toda la rabia contenida.

—Tranquila, todo va a estar bien—decía muy cerca de mí oído, cómo si quisiera qué esas palabras de alguna forma quedarán tatuadas en mí mente—Nada malo te sucederá mientras yo esté contigo.

Lo sabía de sobra, sabía qué estando en sus brazos nada podía ir mal, era cómo volar en una nube de algodón rosa, cómo dormir profundamente, pero sin cerrar los ojos.

«Sí me abrazas sí qué estaré bien»—me repetía una y otra vez.

Me separé con brusquedad de su pecho, al percatarme de lo qué estaba sucediendo, no sólo él me consolaba, sino de alguna manera también todos los chicos del colegio qué habían salido de sus clases, me observaban con esa cara, qué decía a gritos ¡Pobre chica!

Y allí estaba él, el chico de antes, con el ceño fruncido y la mirada triste, cómo si sintiera la culpa de lo qué había causado.Lo miré por milésimas de segundos, cómo en cámara lenta, cómo si la vida fuera en pausa, cómo si por momentos todas las personas de alrededor no existieran y por alguna extraña razón volví a sentir esa rara sensación de cuando miré sus ojos por primera vez.

—¿Estás bien Eliette?—preguntó la rubia y abrí los ojos de par en par un poco sorprendida, no me había percatado en qué momento Hannah había llegado a romper nuestras perfecta burbuja de amor, aunque ya ese chico de ojos bonitos había distorsionado mí momento romántico con su inquietante mirada.

—Sí, estoy bien—le respondí a la rubia, no me agradaba, pero al menos estaba siendo amable conmigo—Sólo fueron lo nervios, no suelo derrumbarme tan rápido pero—miré en dirección dónde el chico de ojos bonitos, pero ya no se encontraba—No comí nada está mañana—obviamente mentí—Traía un poco de prisa.

Un desastre llamado túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora