Capítulo 14 | Mi nuevo vicio.

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—¿Que pasa Eliette?—preguntó Nesty al percatarse de que me había detenido y que me negaba a continuar caminando

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—¿Que pasa Eliette?—preguntó Nesty al percatarse de que me había detenido y que me negaba a continuar caminando.

Estaba sacudida por lo que mis ojos estaban observando, me parecía irreal que precisamente en esta fiesta se encuentre Nathaniel bailando con una pelirroja despampanante que está más buena que Madelaine Petsch y Kylie Jenner juntas.

El roce de sus cuerpos me saca de mi centro y enloquece mi corazón. Más que bailar pareciera que están a punto de tener sexo y quizás sea así y aunque intentaba desviar toda pizca de celos que me produce la escena no puedo evitar sentir cómo si una manada de lobos hambrientos me estuvieran mordiendo el corazón y lo peor es que no se detenían.

—¿Eli estás bien?—se preocupó Vicky.

Había sido mi culpa lo tenía más que claro, yo había tomado la decisión de alejarlo, yo le había pedido que se marchará, yo decrete que eso era lo mejor para los dos, pero aún así, me duele demasiado verlo con alguien más. Como dijo Olivia Rodrigo aunque no me haya engañado eso no quita que sea un traidor...

—Sí, sí, estoy bien—exclamé en un susurro, intentando convencerme a mí misma que era una tremenda tontería sentirme así con respecto a él—Sólo que creo que no fue muy buena idea venir.

—¿Si quieres nos vamos?—preguntó Nesty con un interés especial, como si el tampoco deseara estar en la fiesta—Puedo llevarte a tu casa, o a cualquier otro sitio.

Pensé en tomarle la palabra pero mi orgullo me hizo retractarme, no voy a permitir que Nathaniel se vuelva a burlar de mí como lo hizo está mañana.

—No, no, ya estamos aquí, ahora a disfrutar de la fiesta.

—¡Esa es mi mejor amiga!—chilló Vicky con orgullo antes de  tomarme de la mano y adentrarme entre la multitud.

—¿Adónde vamos...?—pregunté nerviosa, el bullicio y el volumen de la música me está poniendo enferma.

—¡A por unas bebidas!

—¡No bebo!—le aclaré.

—Lo sé. Pero yo sí. Además... quiero presentarte a alguien.

—Me niego a que me sigas presentando a chicos—me quejé fastidiada—No soy un pedazo de carne y mucho menos un vestido en oferta.

—Tranquila, solo quiero que conozcas a mi prometido.

Sonreí aliviada y caminé de su mano, o más bien trote. Nos detuvimos en una barra improvisada en medio del enorme salón, donde un guapo pelirrubio se dedicaba a preparar las bebidas y sonreía de manera amable al entregarlas. Se veía mucho más atractivo que en las fotos que había visto de él, definitivamente Vicky tiene muy buen gusto.

Un desastre llamado túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora