Me siento como una muñeca de porcelana entre sus brazos, frágil pero a la vez indestructible, me abraza tan fuerte que bien podría romperme en mil pedazos o por lo contrario unir todas mis partes deshechas.Inconscientemente siempre he soñado con eso, que alguien me acaricie el alma tan mágicamente que sea capaz de unir todo lo que quedó dispersado en el camino.
Nuestras pieles hacían un contraste perfecto, combinaciones explosivas de sentimientos inexplorados al menos para mí, por instantes deseaba hacer lo que siempre hago, huir de lo que siento, escapar de todo lo que ha largo o a corto plazo me pueda romper el corazón, pero por otro lado tan solo deseaba esto, atesorar este momento entre esos recuerdos que son para siempre, en ese baúl de las cosas especiales, de las cosas realmente importantes.
Me encontraba embriagada, con su olor, y con el sonido de su respiración sobre mi cuello, olía a chicle de menta, a chocolate y a eternidad.
No conocía mucho de él, nada que no fuera su nombre y su apellido, y que su pasatiempo favorito es ser un idiota en cuestión, pero muy a pesar de ser un perfecto desconocido que recompone almas puedo admitir que es del tipo de personas a las que podrías volverte adictas con facilidad, sería tan fácil caer por él, en sus sonrisas bonitas y las chispas que producen sus ojos, tan fácil como perderse en la inmensidad de un cielo estrellado.Luke Howlands, siempre tuvo razón, la droga más fuerte de un ser humano es otro ser humano.
—Desearía quedarme así para siempre—lo escuché susurrar muy pero muy bajito, como si fuera un secreto entre los dos—Asi, te sientes tan mía...Lo que nena...Tu familia debe de estar muy preocupada ¿No te parece? —Negué de manera tímida y me acurruque un poco más en su pecho—¿Por qué me haces esto Eliette? ¿No te das cuenta? ¿¡Joder no te das cuenta que no soy un muñeco de cartón?!
Me aparté de él sorprendida por sus palabras y por su tono tan grave de voz. Lo miré confusa, ya no parecía ese mismo chico de mirada dulce y brazos cálidos, realmente no entiendo como una persona puede ser cariñosa en un instante y luego como un Iceberg.
—¿A qué te refieres con que no eres un muñeco de cartón?—indagué mientras cruzaba los brazos. Era notable que mi pregunta lo había puesto nervioso y un poco incómodo, movía sus manos de manera inquieta y sus ojos estaban en el techo observando aves invisibles— ¿No piensas responder? Entiendo, las musarañas son más interesantes de mirar que mi rostro.Siempre me he considerado una ladrona de la dicha, la chica que en ocasiones sin hacer nada más que mostrarse como realmente es, ya sea en un abrazo o en una palabra termina echando abajo el castillo de naipes con su propia destrucción.
—Si me miras así no puedo hablar—explicó finalmente—Si me clavas tu mirada, se me olvida hasta los detalles más simples de mí, incluyendo mí nombre.
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Un desastre llamado tú
Fiksi Remaja"Nunca imaginé que odiarlo tan solo era el primer paso"