Capítulo 12 | Mi corazón late por ti.

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Intentaba desesperadamente encontrar las palabras dentro de mi boca para romper el incómodo silencio que se había formado entre nosotros, pero era absolutamente incapaz, me encontraba pérdida, extraviada, dislocada, cómo un barco en el inmenso mar

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Intentaba desesperadamente encontrar las palabras dentro de mi boca para romper el incómodo silencio que se había formado entre nosotros, pero era absolutamente incapaz, me encontraba pérdida, extraviada, dislocada, cómo un barco en el inmenso mar. Sin quererlo había naufragado en esos ojos verdes, y lo peor es que no quería ser salvada.

—¿Qué...qué haces aquí?—balbuceé.

—Un “Hola, cómo estás Nathaniel hubiera estado perfecto”—farfulló sin dejar de sonreír.

¡Por dios esa sonrisa enloquecería hasta a los mismísimos dioses!

—Bien estás, eso se nota...—Nathaniel sonrió pícaramente por mis palabras, las cuáles se habían liberados de mis labios sin que fuera consiente de ellas—No, no...—intenté retractarme, pero ya era demasiado tarde, de su estúpido rostro no se borraba esa maldita sonrisa de triunfo—No quise decir lo que dije...no es que no estés guapo, cosa que si estás lo que...mejor me callo ya...

—Estoy seguro que un día te vas a ahogar en tus propias palabras bonita...

—Eliette—lo corregí—No me llames bonita, es desagradable que halaguen mi aspecto físico en vez de mi cerebro.

—Entonces no te gusta—su boca aproximó a mi oído, tanto que pude sentir su respiración agitada sobre mi piel—¿No será más bien que te pone? ¿Eh bonita?

—Dime a que viniste y lárgate.

Intente parecer tranquila y sobria pero la verdad me encontraba embriagada por este hombre de mirada penetrante y sonrisa tierna. Algo en mí cuerpo se sentía diferente, un calor inusual y novedoso lo recorría desde los pies hasta el alma, era una necesidad desquiciante por devorar sus labios, o quizás por acercarme un poco más y emborracharme con su fragancia...

—Me enteré de tú accidente y quise pasar a verte...—no supe que decir exactamente, la verdad me tomo por sorpresa su preocupación, nunca espere eso de él, había sido agradable la otra noche e incluso me había regalado su chaqueta, pero al final del día no éramos más que dos extraños—¿Cómo te sientes?

—Voy mejorando poco a poco. Gracias por preocuparte por mí.

—Te traje algo—me entregó una caja la que tome con cierta duda—Como te dije la otra vez no manejo explosivos así que tranquila—soltó una risita—Espero que sean de tu agrado. Son Cupcakes de vainillas con relleno de bombón.

—En realidad me encantan, muchas gracias. Aunque no era necesario que te molestaras, esto es simplemente demasiado.

—No es molestia ninguna. Sé que te gustan y solo quise consentirte.

—¿Qué esperas a cambio?

—No espero nada a cambio.

—Nathaniel nadie se toma tantas molestias por una desconocida.

Un desastre llamado túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora