---
En el corazón de Kioto, a las 10 de la mañana, la casa de Mitsuki en el centro de la ciudad empezaba a cobrar vida. La luz del sol se filtraba suavemente por las ventanas, mientras los dos chicos dormían en la misma habitación, inmersos en una tranquila mañana.
—
Mitsuki, aún medio dormido, se inclinó hacia Boruto y susurró.
—
—Oye, despierta, —dijo Mitsuki, moviéndolo suavemente.
—
Boruto, adormecido, murmuró en respuesta.
—
—Mmmmm, quiero 5 minutos más, —dijo Boruto, aferrándose a Mitsuki y atrayéndolo hacia él.
—
—Ven conmigo, vamos a dormir, —suplicó Boruto, sin soltar a Mitsuki.
—
Antes de que Mitsuki pudiera responder, ambos se desplomaron al suelo con un estrépito.
—
—¡Auch, qué pasó, Mitsuki! —exclamó Boruto, dándose cuenta de que estaban uno encima del otro.
—
—Caer, eso pasó, gravedad Boruto... —murmuró Mitsuki, algo aturdido mientras intentaba levantarse.
—
Al abrir los ojos, Boruto se dio cuenta de su posición y rápidamente se levantó, sonrojado.
—
—Eh, perdón, Mitsuki... —dijo el rubio, ruborizado mientras se ponía de pie.
—
—No te preocupes... mmmm ¿Sol? ¿Boru? ¿Uzu? —murmuró Mitsuki, pensativo.
—
—Eh, ¿qué dices, Mitsuki? —preguntó Boruto, confundido por las palabras de Mitsuki.
—
—Hmm, ¿cómo te puedo llamar? —preguntó Mitsuki, tratando de encontrar un apodo.
—
—Eh, Mitsuki, ¿qué estás diciendo? No te entiendo, —respondió Boruto, todavía desconcertado.
—
—Oh, es que los amigos se ponen apodos, ¿no? O eso creo, —dijo Mitsuki, mirándolo con curiosidad.
—
—Emm, no sé, no tengo imaginación para esas cosas, aunque los bullies y demás sí tienen imaginación para eso, —dijo Boruto, mirando al suelo.
—
—Oh, y ¿cómo te dicen? —preguntó Mitsuki, interesado.
—
—Eh, eso no importa mucho, ¿cierto? —respondió Boruto, con un tono nervioso.
—
Mitsuki estaba a punto de insistir cuando Boruto cambió de tema rápidamente.
—
—Eh, oye, ¿vamos a comprar el desayuno? —sugirió Boruto, intentando cambiar la conversación.
—
—¿Desayuno? Ya son las 11, Sol, no creo que sea hora de desayunar, —dijo Mitsuki, mirando a Boruto.
—
—Oh, ya veo... espera, ¿cómo que Sol? —dijo Boruto, visiblemente sorprendido.
—
—Está mal, pensé que sería lindo, —dijo Mitsuki, un poco confundido.
—
—Eh, no, solo me tomó por sorpresa, —respondió Boruto, tratando de calmarse.
—
El estómago de Boruto rugió en el silencio, haciendo que Mitsuki sonriera.
—
—Bueno, entonces vamos a comprar el almuerzo, —dijo Mitsuki, mirándolo con una sonrisa.
—
—¡SEEEEE! —exclamó Boruto, emocionado ante la idea.
—
Los dos chicos se dirigieron al supermercado más cercano, conversando mientras caminaban.
—
—Bueno, ¿qué vas a cocinar? —preguntó Mitsuki.
—
—¡Ja, yo soy el invitado, tú cocinas! —respondió Boruto con una sonrisa.
—
—No, no, tú eres como un perrito que rescaté de la calle, un perrito muy lindo~ —susurró Mitsuki, con una sonrisa traviesa.
—
—Oye, no me digas perro. Está bien, cocinaré yo, pero tendrás que dormir en la cama y yo en el piso, —dijo Boruto, provocando a Mitsuki.
—
—No tienes que tomarte tan literal lo del perro, —dijo Mitsuki, riendo.
—
—¡Mitsuki, qué malo eres! —se quejó Boruto, fingiendo estar ofendido.
—
—Jaja, es broma. Si quieres, podemos dormir los dos en la cama, —dijo Mitsuki, mirando para otro lado.
—
Boruto, sonrojado, respondió tímidamente.
—
—S...sí, si tú quieres.
—
Tres horas después, la cocina estaba llena de risas y buena comida.
—
—Mira que yo no te tenía fe, —dijo Mitsuki, sorprendido.
—
—¿Ves que sirvo para algunas cosas? —respondió Boruto con orgullo.
—
—¿Por qué lo dices así? Eres inteligente, atlético, y buen cocinero, —comentó Mitsuki.
—
—Te voy a tener que enseñar a mentir, porque yo no soy nada atlético, —dijo Boruto, con una sonrisa.
—
Los dos chicos continuaron conversando y comiendo, disfrutando de la tarde antes de salir a pasear.
—
Bajo el manto celeste se cruzan,
dos amantes eternos en danza.
La luna, pálida y serena,
el sol, radiante en su firmeza.Ella susurra secretos al viento,
mientras él dora el día con su aliento.
En el cielo, su amor es eterno,
un romance cósmico, sublime y tierno.La luna, en su halo de plata,
suspira al sol, su eterna enamorada.
Él le regala sus rayos dorados,
en un baile de luz y colores anhelados.Aunque distantes en su apariencia,
sus corazones laten en sincronía.
El sol y la luna, unidos por la distancia,
un amor que ilumina nuestra fantasía.
ESTÁS LEYENDO
vivo por ti Mitsuboru ✓Rework ✓ Retomada ✓
Fanfictionalguien se acerca corriendo* solo vengo a pufff es una historia yaoi si no te gusta no la leas la recalcada concha de tu madre