Confesiones al Filo del Fuego

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Mitsuki dejó las ramas cerca del círculo de piedras y se unió a sus amigos en uno de los troncos. La noche estaba por caer completamente, y el sonido del bosque comenzaba a envolverlos con su serenidad. Boruto, con una sonrisa, se sentó al lado de Mitsuki, sintiendo que, a pesar de todo lo que habían vivido, este sería un descanso merecido.

Ya con el fuego controlado, Inojin colocó unos palos a los costados, y uno que conectaba estos dos en el medio, con un gancho donde colgarían la cacerola para hervir el agua para la comida.

Mitsuki, el encargado de cocinar, dio unos golpes para secar la cuchara de madera y dijo:

—Ok, les debo una explicación a todos, creo —dijo sin apartar la mirada del fuego—. La razón por la que traté mal a Boruto y por la que dejé de hablarles recientemente.

Los chicos miraban a Mitsuki y escuchaban atentamente, no querían perderse un solo detalle.

Mitsuki comenzó a narrar:

—Yo vivía en un pueblo, no sé si "pequeño" es la palabra, pero digamos que mediano. En ese pueblo, aunque ya deberían estar más al tanto de problemas psicológicos y de ese tipo, no les importaban en lo más mínimo. Si tenías algo así, lo negaban, decían que no existía, que solo eras un vago o un tonto, o ambas, y que deberías trabajar y dejar de preocuparte por esas cosas.

Mitsuki tomó aire, su voz temblaba al recordar.

—Nunca brindaban apoyo a los chicos o adultos con estos problemas... y... yo tenía un amigo —dijo Mitsuki, nervioso—. Ese amigo siempre intentaba ayudar a las personas con una sonrisa, sin tratarlas mal. Es lo que todos deberían hacer, pero en ese pueblo amargado, él lo hacía ver como algo extraordinario. Nunca le negó la mano a quien lo necesitase, pero siempre tuvo sus propios demonios internos que cada tanto lo atormentaban.

Mitsuki hizo una pausa, su voz se quebraba.

—Un día decidió mostrarse tal cual era, con todos. Y ese fue el peor día de su vida. Sus propios amigos y familia le dieron la espalda... y, para colmo, su pareja también lo dejó, y él había dejado todo por ella. Un maldito 12 de septiembre se rindió... subió a la azotea de un edificio, decidido a terminar con su vida.

Interrumpido por sus amigos que se acercaron a él al ver sus lágrimas, dijeron:

—Entendemos, no necesitas hablar más —dijeron, agarrando su hombro.

—Fue por mi culpa... él reveló su secreto por mí, y eso lo llevó a suicidarse —decía Mitsuki entre lágrimas, con su puño cerrado, dando golpes en el piso

vivo por ti Mitsuboru ✓Rework ✓ Retomada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora