Desayuno Caliente

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En la mañana de Kioto, los pájaros cantaban su melodía matutina, celebrando la llegada de un nuevo día.

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Un rayo de luz, tímido pero persistente, se colaba a través de la ventana de Mitsuki, pintando de dorado las paredes de su habitación.

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Mitsuki se desperezaba lentamente, sintiendo la calidez del sol que contrastaba con la fría brisa de la mañana.

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A su lado, Boruto seguía dormido, envuelto en una posición de cucharita que era, en sí misma, una especie de refugio cálido y protector.

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Sin embargo, el momento de paz fue interrumpido cuando Boruto comenzó a despertar.

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Al abrir los ojos, se dio cuenta de la cercanía inesperada, notando que estaban acurrucados en una posición íntima.

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Un sonrojo se apoderó de su rostro mientras trataba de recuperar el control de la situación.

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—Mitsuki, Mitsuki —susurró Boruto, su voz temblando con una mezcla de incomodidad y nerviosismo.

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Mitsuki, aún medio dormido, giró hacia él con una sonrisa ligera, la luz del sol acentuando la suavidad de su rostro.

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—¿Qué pasa, solecito? —preguntó Mitsuki con ternura, todavía envuelto en el abrazo de los sueños.

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Boruto, con el rostro enrojecido y la mirada esquiva, intentó encontrar las palabras adecuadas.

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El calor de la cercanía lo envolvía, y la sorpresa de la situación solo aumentaba su rubor.

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—Voy a ir a asearme, ya vuelvo —dijo Boruto, su voz temblorosa y nerviosa.

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Con pasos apresurados, Boruto se dirigió al baño. Encendió la ducha, se desvistió y se adentró en el vaporoso abrazo del agua caliente.

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Mientras el agua caía sobre él, su mente seguía agitada,dándole vueltas a la situación incómoda que acababa de vivir.

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La calidez del agua ayudaba a calmar sus nervios, aunque no podía evitar sentirse inquieto por el giro inesperado de la mañana.

Boruto tomó su pene con manos temblorosas y comenzó a masturbase con un ritmo pausado bajo el chorro de agua. Sus gemidos suaves se mezclaban con el murmullo del agua, creando una atmósfera íntima. Mientras sus dedos se deslizaban sobre su miembro, sus pensamientos se centraban en Mitsuki y en el intenso momento que habían compartido. A medida que el ritmo se aceleraba, los gemidos se volvían más apasionados, cada Vaivén se volvía más intenso. Finalmente, alcanzó un crescendo, liberando los chorros espesos con una intensidad que llenó el espacio, mientras el agua seguía su curso, envolviéndolo en una sensación de liberación.

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Mientras tanto, Mitsuki se levantó con tranquilidad y comenzó a preparar el desayuno.

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La habitación pronto se llenó del aroma del café y el sonido del agua hirviendo.

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Mitsuki se dedicaba a amasar galletas, moldeándolas con cuidado antes de colocarlas en el horno.

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Cada movimiento en la cocina era una mezcla de rutina y cuidado, creando un ambiente acogedor y reconfortante.

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El clamor de las tazas y los utensilios se mezclaba con el suave murmullo de la cocina, mientras Boruto, ahora más relajado después de su ducha, comenzaba a moverse con mayor soltura, ignorando la cercanía que había creado una tensión tan palpable entre ellos.

Mitsuki no podía evitar robar miradas furtivas a Boruto, admirando cada gesto con una mezcla de fascinación y deseo reprimido.

—Ehh, si hice galletas para ti —dijo Mitsuki, con un toque de nerviosismo en su voz mientras colocaba el plato sobre la mesa.

—Ay, eres tan lindo —respondió Boruto, con una sonrisa que parecía iluminar el entorno y disipar, aunque solo un poco, la carga emocional que ambos sentían.

—Oye, cuidado, no voltees, que me voy a cambiar —añadió Boruto, alzando la toalla ligeramente

Mitsuki voltearia pero sin querer se daría cuenta de que podía ver el cuerpo desnudo de boruto por el reflejo de la cocina intentando no ser un pervertido intentaría desviar la mirada pero su corazón quería admirar ese cuerpo que tanto le gustaba

—Ya está, puedes voltear —dijo Boruto, quien se había puesto un mini short suelto y no llevaba nada arriba debido al calor que hacía dentro del departamento. 
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Mitsuki giró lentamente hacia la dirección de Boruto, encontrándolo con el torso desnudo y el short que dejaba poco a la imaginación. 
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El calor del momento parecía intensificarse, y Mitsuki no pudo evitar que su mirada se detuviera en los detalles de la figura de Boruto. 
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El aire en la habitación parecía vibrar con una tensión palpable, mientras Boruto se acercaba a la mesa con una actitud relajada, como si nada de esto fuera inusual.

—¿Vienes? —dijo Boruto, mientras se mandaba una galleta a la boca con un gesto de satisfacción.

Mitsuki, esforzándose por disimular su creciente nerviosismo, se sentó en la mesa y, con un toque de coqueteo en la voz, preguntó:

—¿Te gustan? Hace mucho que no las hacía —dijo, apoyando el hombro en la mesa y colocando su mano en la mejilla, en un gesto que mezclaba timidez con interés.

Después de tragar, Boruto, con una sonrisa satisfecha, respondió:

—Seriamente, pueden que estén al nivel de las de mi madre —dijo, mientras agarraba otra galleta con un aire de sincera admiración.

—Ah, cierto. Se me olvidaba, ¿qué tipo de café te gusta? —preguntó Mitsuki, su voz temblando ligeramente con una mezcla de preocupación y afecto.

—Con leche, cortado y con azúcar —respondió Boruto, con la boca aún llena, la risa vibrando en su voz.

—Traga antes de hablar, no se habla con la boca llena —dijo Mitsuki, con una risita suave que aligeraba la atmósfera. —Y aquí está tu café, ¿qué te parece?

—Gracias, Mitsuki. Todo está genial, pero come vos también. No te hagas el que no tienes hambre; si veo que se te cae la baba... —añadió Boruto, con una sonrisa juguetona que irradiaba calidez.

Mitsuki, con una pequeña risa, se sentó a comer junto a Boruto.

Así pasó la mañana entre risas y charlas, la atmósfera llena de una comodidad y complicidad que sólo la cercanía puede ofrecer.

En el cielo eterno, la danza empieza,
el Sol dorado al alba se expresa,
mientras la Luna, en su manto sereno,
baila con estrellas en un sueño pleno.El Sol, con su fuego, la mañana despierta,
pinta de oro la tierra, que siempre desierta,
mientras la Luna, en su calma nocturna,
besa la noche con su luz de espuma.

vivo por ti Mitsuboru ✓Rework ✓ Retomada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora