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En la ciudad de Kioto, dos chicos paseaban por el centro sin preocupaciones. El bullicio de la gente, el sonido de los autos y las luces de neón le daban vida a la tarde, pero Boruto solo tenía una pregunta en la cabeza.
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-¿O sea, vives solo? -preguntó Boruto, aún sin poder procesar la información.
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-Sí, Boruto, y te lo dije como 20 veces, -respondió Mitsuki, con una sonrisa divertida.
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Boruto seguía incrédulo. No podía imaginar cómo alguien de su edad podía vivir completamente solo.
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-¡Bua! Debe ser genial: te acuestas cuando quieres, comes lo que se te antoje, no tienes que esperar para bañarte... -decía Boruto, con una mezcla de envidia y admiración.
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Mitsuki soltó una pequeña risa antes de responder.
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-No es tan divertido como crees. Tengo que hacer las compras, arreglar lo que se rompe, cocinar siempre, y no tengo a nadie con quien hablar o escuchar. Tengo que dormir temprano por la escuela. Bla, bla, bla... No es tan fácil como parece.
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Boruto, con la confianza que lo caracterizaba, no dudó en ofrecer su ayuda.
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-Entonces yo te voy a ayudar.
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La seguridad en su voz era innegable. Boruto ya se imaginaba compartiendo el día a día con Mitsuki, como si pertenecer a ese lugar fuera lo más natural del mundo.
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Mitsuki lo miró, sorprendido por la propuesta, pero con una sonrisa oculta en sus labios.
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-¿A ver, entonces, quieres vivir conmigo? -preguntó Mitsuki, tratando de medir la seriedad de Boruto.
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-Sí... mira, sé que parece loco, pero no creo que sea malo. Después de todo, somos amigos, ¿o no? -dijo Boruto con una sonrisa que desbordaba emoción.
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El corazón de Mitsuki comenzó a latir más rápido. La energía y emoción de Boruto lo envolvían, y no quería desilusionarlo.
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El rostro de Boruto cayó levemente al no obtener una respuesta inmediata.
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-Comprendo, volveré a casa... no voy a insistir, -murmuró Boruto, con los hombros bajos, casi resignado.
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Pero antes de que Boruto pudiera dar media vuelta, Mitsuki, con una suavidad en la voz que apenas se percibía, dijo:
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-Yo no dije que no... puedes quedarte el tiempo que quieras, Boruto.
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El brillo en los ojos de Boruto regresó al instante.
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-¿O sea que me puedo quedar en tu casa unos días? -preguntó Boruto, su ánimo resurgiendo, como si todo su mundo se hubiera iluminado de nuevo.
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Mitsuki asintió con una sonrisa tranquila.
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-Claro, quédate unos días. No hace mal tener un poco de compañía, -dijo, intentando sonar despreocupado, aunque en el fondo sabía que disfrutaría esos días.
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La tarde pasó rápidamente entre charlas y risas. Boruto aprovechó para llamar a su madre, pidiéndole que le trajera algunas cosas. Al caer la noche, el sonido del timbre rompió la tranquilidad.
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Hinata, la madre de Boruto, llegó al departamento de Mitsuki con una bolsa en mano.
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-Hola, Boruto, -saludó con su habitual voz suave, una sonrisa maternal iluminando su rostro.
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-Hola, mamá, -respondió Boruto, acercándose a ella.
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Mitsuki, de pie en la puerta, inclinó la cabeza en señal de respeto.
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-Hola, señora, -dijo Mitsuki, con un tono educado, pero sin saber bien cómo actuar.
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El ambiente en la puerta se volvió un poco tenso, un silencio que parecía demasiado largo para lo que en realidad fue solo un par de segundos.
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Hinata, incómoda, intentó retomar la conversación.
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-Boruto, ehm... deberías visitar a tu pa... -comenzó, pero Boruto la interrumpió antes de que pudiera terminar la frase.
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-Mamá, sé que papá está mal y que está en el hospital, pero no sé si lo mejor sea verlo ahora. Me trató mal, y no sé si él quiera verme ahora, -respondió Boruto, con un tono más firme, aunque su mirada estaba llena de tristeza.
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Hinata quiso replicar, pero Boruto la cortó con una mirada decidida.
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-Ya, mamá, déjalo. Solo dame las cosas.
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Mitsuki, que había estado observando en silencio, no pudo evitar intervenir.
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-Boruto, no deberías decir eso...
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Hinata levantó la mano para calmar a Mitsuki.
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-Déjalo, Mitsuki, es verdad. Bueno, en este momento tienes que disfrutar. Después hablaremos sobre esto... -dijo Hinata con una mezcla de tristeza y comprensión en su voz.
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Ella le entregó la bolsa a Boruto con una sonrisa comprensiva.
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-Mira, te traje este bolso con ropa, algo de comida, tu cepillo de dientes, tus juegos y tu celular. No fue fácil encontrar todo, estaba todo desordenado, -comentó Hinata, tratando de aligerar el ambiente.
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-Gracias, mamá, por comprender, -respondió Boruto, con una sonrisa más relajada.
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-Descuida, para eso estamos las madres. Solo háblame cuando estés listo, -dijo Hinata, acariciándole suavemente la cabeza antes de despedirse.
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vivo por ti Mitsuboru ✓Rework ✓ Retomada ✓
Fiksi Penggemaralguien se acerca corriendo* solo vengo a pufff es una historia yaoi si no te gusta no la leas la recalcada concha de tu madre