Capítulo veintiuno

70 4 0
                                    

Habían pasado varios días desde que mi madre estaba en casa, era Nochebuena y mamá fue al supermercado junto con Francia a comprar algunas cosas que faltaban para la cena

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Habían pasado varios días desde que mi madre estaba en casa, era Nochebuena y mamá fue al supermercado junto con Francia a comprar algunas cosas que faltaban para la cena. Yo estaba en pijama, usando un cárdigan color gris porque el frío que sentía, aún con la calefacción no lo soportaba, mis típicas pantuflas de vaca y el cabello recogido en un chongo. Estaba en el comedor editando algunas cosas de la clase de radio, mientras bebía una taza de café, cuando tocaron a la puerta. Me levanté y abrí.

Era Martín, al verme se rió

— ¿Qué haces aquí? —le pregunté

Él vestía una gabardina color azul marino, guantes negros y nos botines del mismo color, traía el cabello un poco desarreglado debido al gélido viento que había en el exterior, traía una bolsa con provisiones en una mano y una botella de vino en la otra.

—Gabriel me ha mandado con esto

—Pasa

— ¿Y tú qué haces vestida así? ¿Además usas gafas?

Había olvidado que las traía puestas

—Estoy en casa y estoy trabajando, puedo vestir como me plazca

—Es cierto, pero ya es medio día

— ¡¿Qué?!

Había perdido la noción del tiempo mientras trabajaba.

— ¿En qué trabajas?

—Estoy editando unos audios para una clase de la escuela. Puedes dejar las cosas en la cocina, iré a cambiarme de ropa.

—Por mí puedes quedarte así, es divertido verte en tu modo natural—rió

—Para que te estés riendo de mí, paso

Fui a la habitación a cambiarme, me puse unos jeans, blusa de manga larga color blanco, junto con el cárdigan que usaba, pero dejé mis pantuflas, eran lo bastante calientes como para no usarlas.

Salí, vi que Martín estaba en el comedor leyendo lo que tenía escrito en una libreta, al verme sonrió

— ¿Tú escribiste esto?

— ¿Quién más pudo ser?

—Es bueno

—Gracias—cerré la laptop, tomé la libreta y la llevé a mi habitación—Bien, será mejor que avancemos con las cosas que trajiste, sino, Francia se pondrá como loca, al ver que no hemos hecho nada para la cena.

Él rió porque supo que tenía razón.

Acabábamos de terminar Martín y yo de picar las verduras en trozos, que se utilizarían para la cena, además tenía en el horno una charola con cupcakes de plátano.

—No sabía que fueras buena en la cocina—pronunció Martín sentado en un banco en el desayunador de la cocina—Que escondido te lo tenías

—No nos conocemos lo suficiente como para que puedas decir eso

AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora