Capítulo veinticinco

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Tuvieron que pasar casi tres meses para que volviera a ver a los chicos, tenían un par de semanas que habían regresado de su gira, pero yo me excusaba diciendo que no podía porque me mantenía ocupada con la escuela

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Tuvieron que pasar casi tres meses para que volviera a ver a los chicos, tenían un par de semanas que habían regresado de su gira, pero yo me excusaba diciendo que no podía porque me mantenía ocupada con la escuela. Algo que no era del todo mentira, sé que no estaba bien mentir, y que era inmaduro de mi parte hacerlo, en lugar de afrontar lo que posiblemente sintiera Martín, pero no estaba del todo lista para verlo, porque tenía miedo, no de él, sino, de lo que yo podía llegar a sentir.

No fue hasta que un viernes se presentó afuera del edificio de la escuela. Traía el cabello un poco desarreglado por el viento, jeans, camisa blanca y tenis del mismo color. Sonrió al verme. Con esa maldita sonrisa lo dijo todo. Maldición.

— ¿Qué es lo que haces aquí?

—Vengo por ti.

—De verdad no puedo. Tengo muchas cosas que hacer. No es excusa, estoy por terminar el primer año y estoy atiborrada de trabajos, porque el próximo será práctico, además estoy nerviosa porque sortearan en unos días el lugar donde me tocarán hacer mis prácticas. No soy buena acompañante en estos momentos, Martín, de verdad

Se acercó a mí y me abrazó con fuerza. Al principio me negué, pero al final, por algún motivo me sentí en paz.

—Respira—susurró en mi oído—No iremos a ningún lado, sólo vengo por ti para llevarte a tu casa. Quería ver si seguías viva.

Reí

Subimos a su coche y nos fuimos con rumbo al departamento.

— ¿Cómo les fue en la gira?

—Excelente. Nos divertimos mucho. Tal vez pronto hagamos una nosotros como los estelares.

—Un sueño hecho realidad—se me escapó decir con tono de pocos amigos.

Él puso los ojos en blanco.

—Lo siento, no quise—guardé silencio—últimamente prefiero estar sola para no decir algo equivocado, por eso no los he visto—mentí

—Pensé que ya no querías ser amiga de la grandiosa banda que es Tiempo límite

—Bueno, viste que no es eso—recargué mi cabeza en el cristal de la ventana. Cerré los ojos un instante, pero ese instante fue todo el trayecto.

No desperté hasta que Martin estacionó afuera del edificio. Sentí como su tibia mano acarició mi mejilla

—Australia, ya llegamos

— ¿Dormí todo el camino?

—Sí—sonrió—Es bastante largo, ¿Cómo es que lo soportas todos los días?

—Son más mis ganas por aprender y tener el grado que el cansancio del trayecto—abrí la puerta del coche—gracias por traerme.

— ¿Nos vemos luego?

Asentí, aunque no estuviera muy segura de eso.

Pasaron los días y no volví a verlo. Faltaban pocos días para mi receso de verano e iría a México a ver a mi madre, además que también se aproximaba la boda de Samuel con Elena, Francia iría también, pero sólo el fin de semana, porque no podía permitirse más días por su trabajo.

Me encontraba en la sala de exposiciones con todos los chicos de mi generación. Era el sorteo de los lugares en donde serían nuestras prácticas. De verdad quería que me tocara en el periódico o en al menos una publicación que fuera de mi estilo, algo critico, no en una revista de espectáculos y sociales.

Me llamaron, saqué el papel y todos notaron mi cara de decepción al velo. Como siempre, yo no era la favorita del destino. Me tocó en una revista de espectáculos.

Maldición

¿Por qué nunca podía tener las cosas que quería?

Siempre tenía que haber algo que me lo impidiera

Cuando el sorteo terminó, uno de mis profesores se me acercó.

—Sé que no es lo que esperabas, porque tu enfoqué va hacia otro tipo de publicación, pero tómalo como una oportunidad de aprender sobre otras áreas.

—Es exactamente todo lo contrario por lo que he trabajado y defendido el periodismo. ¿Sabe cuántas veces me dijeron que me convertía en periodista solo para estar enterada de los chismes de los famosos? Ó para ser paparazzi. Y precisamente me toca en algo así.

Me miró fijamente

—Escuché que esa publicación tiene varias secciones sobre lugares. Supe que escribes en un blog sobre aspectos históricos y socioculturales, tal vez te den una oportunidad en ello, porque por lo regular a nadie le gusta escribir sobre eso, le gusta ir a visitar el lugar y tomar las fotos, pero no investigar más a fondo sobre lo que pueda haber detrás de ese paraíso.

Sonreí

—Gracias.

—Eres buena en esto Australia Luna Farías, todos los profesores decimos lo mismo. Te diré algo, tu ensayo de admisión fue uno de los mejores. Lograrás grandes cosas.

Y ahí estaban de nuevo las expectativas hacia mí.

Afortunadamente me tocó estar con Alessia en la misma revista, por lo menos me divertiría un poco. Comenzaba las prácticas en julio, así que mi breve receso de dos semanas en México me sentaba bien.

Estaba en mi habitación haciendo la maleta. La tenía sobre mi cama, junto con la ropa que me llevaría, el calzado. Guardaba los tenis en el compartimiento de los zapatos, cuando Francia apareció en el umbral de la puerta.

— ¿A qué horas sale tu vuelo?

—Temprano a las 10 de la mañana. Perfecto, puedo pedir llegar un poco tarde al trabajo.

—No es necesario, puedo irme sola al aeropuerto.

— ¿Segura?

Asentí

—Ó puedo pedirle a Martín que te lleve

—No—respondí de inmediato

—Ó a Gabriel

—No es necesario. Estaré bien.

Ella sonrió, no muy segura.

Como cada vez que tenía que viajar, la noche previa para mí era imposible dormir. Me la pasé dando vueltas en la cama, mirando cada cinco minutos la hora. Tomé mi celular y le mandé un mensaje a Martín en modo de despedida.

"Sé que es tarde, pero quiero despedirme al menos con un mensaje de texto. Mañana salgo a México por dos semanas"

"Lo sé. Gabriel y Francia se irán en unos días también. Lo bueno que te despediste, al menos con un mensaje"

"¿Nos vemos cuando regrese?"

Pero ya no recibí respuesta.

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