Capítulo diecinueve

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Pasaron días desde la inauguración del consultorio nutricional de Reneé, las fiestas estaban cerca, mi madre vendría de visita junto con el padre de Francia y su nueva novia

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Pasaron días desde la inauguración del consultorio nutricional de Reneé, las fiestas estaban cerca, mi madre vendría de visita junto con el padre de Francia y su nueva novia. Estarían en Madrid dos semanas, para navidad y noche vieja.

Francia y yo quedamos de recogerlos en el aeropuerto, yo me iría del departamento y ella de la oficina, ya que había salido muy temprano a hacer unos pendientes antes de sus vacaciones.

Me encontraba en el aeropuerto en el área de llegadas internacionales, esperándolos. Afuera estaba helando, yo no estaba acostumbrada a los inviernos tan fríos, ya que en la ciudad en la que vivía, la temperatura normalmente en diciembre descendía hasta los quince grados. Llevaba una blusa de manga larga, un suéter, mi gabardina, bufanda, guantes y un gorro. Afortunadamente dentro del aeropuerto no se sentían los 10 grados del exterior.

Tomé mi celular y vi la hora. Eran las 2 de la tarde. Revisé en las pantallas de la sala y su avión aterrizó hacía unos quince minutos. No tardarían en aparecer.

Quién apareció a mi lado fue Francia, quien sólo usaba una gabardina, venía corriendo en zapatillas, como la primera vez que la vi en ese mismo aeropuerto.

— ¿Ya llegaron?

—Su avión aterrizó hace como unos quince minutos, no deben de tardar en aparecer

Ella sonrió

—Estoy nerviosa

— ¿Por qué?

—Papá conocerá a Gabriel.

—Pero ya lo conoció en la videollamada que le hiciste

—Sí, pero no es lo mismo.

—También conocerás a la novia de papá—reí discretamente

—Ni me lo menciones—ella puso los ojos en blanco.

Pasados unos diez minutos y dos llamadas de la oficina de Francia después, los vimos aparecer por la puerta de llegadas. Mi madre caminó más rápido dejando atrás a Samuel y Elena. Se paró frente a nosotras y nos abrazó con fuerza a las dos al mismo tiempo

—Bienvenida—dijimos a unísono

—Las extrañé muchísimo.

—Creo que hablo por las dos al decir que nosotras también te extrañamos—intervine

Entonces Samuel se paró a un lado de Kira

—Kira, ¿me dejarás abrazar a mis hijas, también?

Ella rió

—Adelante

Samuel nos abrazó a cada una, pero duró más con Francia, ya que tenía dos años sin verla, cuando ella se mudó la había visitado unas tres veces, una vez cada año, pero tenía dos años sin venir a Madrid porque había estado ocupado con diferentes casos que le comían mucho tiempo

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