Capítulo cuarenta y cuatro

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Durante el verano, Martín me propuso irnos de vacaciones

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Durante el verano, Martín me propuso irnos de vacaciones. Por mi graduación Lucía, fue amable conmigo y me dio una semana de vacaciones. La gira de Tiempo limite había llegado a su fin, así que acepté su propuesta porque no interfería con el horario de ninguno de los dos.

Hice mi maleta, sin saber el destino, él no me lo dijo, hasta que llegamos al aeropuerto y estuvimos en la terminal para subir a nuestro vuelo, con destino a Roma.

En alguna ocasión le mencioné las ganas que tenía de conocer Italia, gracias a la saga de fantasía que mi madre escribió que se ambientaba en Italia.

— ¿De verdad iremos a Italia?

Él asintió

—No entenderé ni una palabra de lo que digan, pero para eso te llevo a ti, para que me traduzcas—rió y le di un leve golpe en el hombro

—Oye. Entonces si supieras italiano, no me llevarías.

—Lo haría de igual manera—sonrió

Fueron cerca de dos horas y media de vuelo. No fue tan cansado como ir de México a Madrid.

Cuando llegamos al hotel, Martín quiso hacerse cargo de la situación, así que dejé que él lo hiciera. Durante el vuelo le enseñé algunas frases, que le ayudarían durante el viaje, como los saludos y la más importante, ¿hablas español?, así que cuando llegamos saludó a la recepcionista, quien afirmó sonriente y él respiró aliviado.

Nos dio la llave de nuestra habitación, dejamos nuestras maletas y comenzamos nuestro recorrido por la ciudad.

—Sé que no es esta ciudad la que relata tu madre en sus historias, pero...

Lo interrumpí

—Es perfecto el viaje

—Déjame terminar

Asentí

—Sé que no es esta la ciudad, pero es solo el comienzo. En dos días partiremos a Florencia, para que la conozcas. Y duraremos otros dos días, antes de pasar a nuestro último destino.

Lo miré sorprendida.

—Bueno, sí que es un itinerario bastante agitado—reí

—Pero te gustará.

La recepcionista la recomendó a Martín una compañía que formaba grupos para hacer recorridos, lo contratamos, así evitaríamos filas y cobros de los lugares a los que iríamos y trasladarnos de un lugar a otro. Era un recorrido de dos días por los lugares turísticos de la ciudad.

Nuestra primera parada fue el coliseo. Era increíble ver los vestigios de lo que fue un gran imperio como el romano. Lo había visto en fotografías, pero estar ahí fue de otro nivel, el lugar era imponente. Entonces imaginé como fue en sus días de gloria. La sensación de estar en esa arena, ver como los gladiadores peleaban entre sí, se me puso la piel de gallina.

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