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[Pasado: Hace 6 meses]

Me alisté una hora antes de lo habitual, quería llegar primero que él a la escuela, tomé mi chaqueta y salí sin desayunar de la casa.

Corrí haciéndome cinco minutos cuando regularmente me tardo quince en llegar al portón. Agitada, llegué a mi casillero y en lo que esperaba su llegada, guardé unas cosas y saqué otras, quería hacer la ilusión de que estaba ocupada para cuando lo viera entrar por la puerta, no fuera tan obvio de que lo estaba esperando.

Después de diez minutos, entró con su mochila colgada en un solo hombro, sin un gesto en su cara y con unos guantes negros. Se acercó a su casillero y me saludó como cualquier otro día, con una sonrisa y sin dejar de hablar...

-¿Te la pasaste bien ayer?

-Si, esa reunión con mis antiguos amigos fue una de las mejores.

¿Era en serio? La tercera mentira, y lo peor es que ninguna tenía parecido. Me quedé callada y solo asentí apretando mis labios.

-¿Te pasa algo?

-Todo está bien, te veo en clase - Suspiré dándole dos palmadas en su hombro seguido de empezar a caminar hacia el aula.

Ni yo había mentido tanto en dos días seguidos, era raro, porque a pesar que sus mentiras eran diferentes traía guantes, las mañanas no eran frías como para que tus manos murieran congeladas y si le llego a preguntar, estoy cien por ciento segura, que me dirá "El frío afecta mi piel" o peor aún "Comí algo ayer y me dio alergia".

Quité mi mochila cuando lo vi subir las escaleras para sentarse, escuché su suspiro y entrelazó sus manos con sus codos recargados en la mesa. Nuestras miradas eran al frente y estábamos en silencio, pensé en cómo preguntarle sin darle opción a que me diga otra mentira, pero era imposible.

La profesora llegó y empezó a dar la clase, no me contuve más y le pregunté entre susurros - ¿Por qué traes guantes...? - estaba lista para la próxima mentira.

-Quería presumírtelos, me los regalaron ayer - me sonrió y volvió su mirada al frente.

-¿Puedo ponerme uno?

-Quizás después, Richard... - había escondido sus manos entre su pecho y la mesa.

-Bien. - Dejé toda una hora para que pensara que se había librado de mi, pero cuando la segunda hora comenzó, le volví a preguntar si podía probarme uno.

Por ende, me volvió a negar.

-Vamos, Aidan - tomé su mano - Solo por un segundo, no voy a destruirlos, por si ese es tu miedo... - Cuando tomé la esquina del guante, entrelazó mi mano con la suya con brusquedad, deteniéndome al instante.

-Si sólo querías tomar mi mano, lo hubieras pedido, Richard.- trató de que su voz sonara relajada pero su expresión decía lo contrario.

-Bien, ya tuve suficiente - Bufé parándome de mi lugar y sin soltarlo, lo hice que me siguiera hasta que salimos del aula ignorando los gritos de la profesora.

-Volvamos - se detuvo - ¿O acaso quieres un problema? - tiró de mi mano para jalarme de vuelta.

-Ya tengo uno, tener otro no me molestaría - Lo empujé a una puerta donde no había nadie en el aula y lo solté, quedando de frente hacia él.

To The Lake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora