[8] Enchanted

5.7K 799 1.2K
                                    

-Isaac-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Isaac-

El mundo de la noche es peligroso, creo que todos somos conscientes en mayor o menor medida de ello. Hay algo en la noche que da seguridad a aquellos que quieren hacer daño. Esto se magnifica cuando trabajas en una discoteca y tu trabajo es echar a cualquiera que se pase de la raya.

Estoy prácticamente arrastrando a un baboso de unos veinte años que no deja de acosar a cualquier ser humano con pechos que se encuentre en el establecimiento. Ya hemos tenido un par de problemas con él en el pasado y no entiendo por qué mi jefe no le veta la entrada. A partir de ahora me da igual lo que diga, yo lo haré. La seguridad de los demás es más importante.

—Vamos, tío, no he hecho nada —me grita el susodicho a pocos metros de la oreja. Apesta a alcohol y apenas es capaz de mantenerse en pie.

A este tipo de "hombres" ya me los conozco. Suerte que he lidiado con varios de ellos a lo largo de estos dos años que llevo siendo segurata y sé lo que debo hacer a la perfección. Mantengo una expresión seria y continúo arrastrándolo hasta la salida del local. Solo necesito darle un pequeño empujón para tenerlo fuera.

—Déjame entrar, joder.

—No estás en posición de exigirme nada.

Es así porque está tirado en el suelo e intentando ponerse en pie sin éxito. Un grupo de jóvenes de alrededor nos miran con curiosidad. En mitad de un bufido saco el móvil y le hago una foto de forma discreta. Creo que aunque pusiera el flash seguiría sin darse cuenta, este tío no se entera ni del clima.

—No te quiero volver a ver por aquí —advierto con el tono más hostil que soy capaz de poner—. De lo contrario tú y yo tendremos problemas.

Ni siquiera responde, está demasiado ocupado intentando seguir consciente. Niego con la cabeza y cierro la puerta detrás de mí. Por suerte ya toca el descanso. Cruzo la discoteca esquivando a los presentes que bailan y beben hasta llegar a la barra. Andrea me guiña el ojo mientras termina de preparar un cóctel.

—Te veo cansado.

—Un poco —confieso tras apoyar los codos en la barra—. No sé cómo voy a aguantar las próximas tres horas.

—¿Mucho trabajo?

—Este idiota. —Saco el móvil y le muestro la fotografía—. Se la enviaré al jefe. No nos conviene que vuelva.

—Lo conozco. Es amigo de Ismael.

—¿Por qué será que no me extraña?

La castaña rueda los ojos, le entrega a una chica la bebida y se acerca para sentarse enfrente de mí. Ya sabe de sobra que aprovecharé cualquier ocasión para hacer ascos a su ex, novio o lo que quiera que sea a estas alturas.

—Una vez intentó manosearme. Estuve a punto de aplastarle la botella de whisky en la cabeza, pero no quería que me despidieran. Me conformé con tirarle la bebida a la cara.

Llámalo como quieras [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora