-Samuel-
Decidido: no voy a la verbena de esta noche.
Y no porque me haya entrado ansiedad imaginándolo, que también, sino porque Ben no ha dejado de mordisquear mi disfraz hasta que se ha convertido en un puñado de tela rota. Para el momento en el que me he dado cuenta ya no podía hacer nada. No tengo dinero ni tiempo para comprarme otro, de manera que no voy.
Quizás sea mejor así. Si la vida se está tomando tantas molestias en no hacerme ir puede que sea por algo. Al final del día es una fiesta más, para nada mi ambiente. Si pretendía acudir y comportarme como una persona normal que disfruta bailando y socializando estaba muy equivocado.
Estoy terminando de ponerme el pijama cuando llaman a la puerta. Menos mal que no me ha pillado dentro de la ducha. Miro la hora: las siete. Le dije a Isaac que no me recogiera, por lo que no puede ser él. Voy caminando hacia la puerta con Ben siguiéndome mientras opto por mandarle un mensaje a Isaac más tarde para hacerle saber que no nos vamos a ver.
Al abrir me encuentro con seis pares de ojos mirándome fijamente. Ojos que conozco de sobra. Me entra el pánico al instante.
—¿Qué haces en pijama todavía? —interroga Alejandro mirándome de arriba abajo.
—Esto... No tengo disfraz. Es culpa de Ben.
Señalo al perro que salta entre mis pies y los presentes se derriten al verlo. Sobre todo Dani, el novio de Ale, que se pone en cuclillas y empieza a llenarlo de mimos. Genial, así dejo de ser el centro de atención durante un rato.
Todos los amigos de Alejandro han venido: Elena, que va disfrazada de Lara Croft, Mario, con el mítico atuendo del vídeo Thriller de Michael Jackson, Bea, que ha optado por una versión sencilla de Cleopatra y Maya, quien viste el mismo uniforme de Hogwarts que iba a llevar yo. Dani y Ale van conjuntados, el primero de Sherlock Holmes y el segundo del Doctor Watson.
—¿No tienes otro por ahí? —pregunta Mario, a lo que niego.
Me empiezo a poner nervioso por cada minuto que pasa. Hace meses que no quedo con ellos, más de un año incluso, y tengo la tendencia a pensar que todo el mundo me odia. No me extrañaría que después de tanto tiempo sin verme hayan cambiado su opinión sobre mí. Sin embargo, si es así no parecen demostrarlo.
—¿Vamos a dejar a este cachorrito aquí? —dice Dani sin quitar los ojos del animal. Su novio no mentía al decir que se volvería loco al verlo.
—Mis padres vuelven pronto, no estará solo —me limito a responder, a lo que él asiente—. Pero no hay forma de que vaya a la verbena. No tengo disfraz.
Nos quedamos en silencio. Temía que encontraran una solución con la que hacerme salir de casa, pero no es así. Menos mal.
—Tengo una idea —dice Elena de repente.
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Llámalo como quieras [✔]
General FictionSamuel ama el silencio, excepto cuando tiene sus auriculares puestos. Isaac lleva años conviviendo con el ruido y está acostumbrado a él. Samuel apenas sale de casa y su habitación es su refugio. Isaac tiene dos trabajos y pasa más tiempo fuera que...