[20] Labyrinth

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-Isaac-

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-Isaac-

Una de mis cualidades como persona es que tengo muy buena memoria. Soy capaz de recordar detalles pequeños sin apenas esforzarme. Por consiguiente, no me resulta para nada complicado rememorar el mejor beso que he dado en mi vida: el que compartí con Samu la semana pasada.

Creía que nunca pasaría y me estaba haciendo a la idea. No obstante, me moría de ganas de abrazarlo y besarlo, de poder expresarle con más que palabras lo que llevo sintiendo por él desde hace meses. Y por fin lo he hecho.

Han pasado dos semanas de lo ocurrido y la cosa con Samu se ha calmado bastante. Seguimos viéndonos en clase y compartiendo la complicidad que nos caracteriza, pero no hemos verbalizado lo que pasó entre nosotros todavía. Me parece que él necesita tiempo para asimilarlo, así que esperaré a que esté listo para abordar el pequeño detalle de qué pasa a partir de ahora. Por mi parte está claro. El dilema está en lo que pensará él.

Sea como sea, hoy estoy de buen humor. Es sábado y la discoteca está cerrada por una obra menor, de manera que tengo la noche libre. Ya notaré el cambio en la paga de principio de mes, pero ahora mismo me alegro tanto de poder pasar más tiempo con mi familia que no importa tanto.

Ayer volví solo a casa después de clases por una razón. Mentí a Samu por primera vez desde que lo conozco y le dije que me iba a quedar estudiando en la biblioteca. Por suerte, asintió y se marchó sin mucha preocupación. Todavía sigo sintiéndome mal por no decirle la verdad, pero es por su bien. Ya me lo agradecerá cuando le concedan la beca para estudiar en cualquier lugar del país. Porque sí, presenté el dibujo que me regaló al concurso de arte de manera anónima.

Soy consciente de que me he precipitado y que a lo mejor no me corresponde a mí tomar una decisión así. Sin embargo, no soporto que él se infravalore tanto. Tiene el talento suficiente para acudir a las academias más prestigiosas o, si no quiere, estudiar cualquier otra cosa, pero algo que le llene. Se lo merece. De manera que, si este es el camino a su felicidad, a pesar de que tenga que hacerlo a sus espaldas, seguiré con ello hasta conseguirlo. Por Samu.

Me ajusto el abrigo hasta que el frío que se ha colado bajo mi piel disminuye un poco y avanzo por la calle hasta llegar a la puerta principal del colegio. Como de costumbre, me veo obligado a acudir a las reuniones de padres del centro en el que estudian mis hijos. Al menos las disfruto. La mayoría de padres y madres son muy amables y me conocen de sobra. Como mucho, de vez en cuando se forma una disputa por descubrir quién es el niño o la niña que tenía gripe y se la ha pasado al resto de la clase, pero al menos es entretenido de ver.

La reunión de hoy se pasa rápido. La tutora de los peques nos habla de una próxima excursión a la granja y nos comenta los detalles. Ya imagino a Adri y Eva la mar de contentos visitando a los animales y pidiendo una vaca de mascota al volver a casa. Me veo en el futuro a los tres viviendo en el campo y con un ganado propio. No podría tocar el piano tan a menudo, pero seguro que buscaría una manera de no dejarlo.

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