[6] Love story

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-Isaac-

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-Isaac-

Samuel es precioso. ¿Lo he dicho ya? Creo que unas veinte veces. Da igual, me lo seguiré repitiendo a mí mismo porque las probabilidades de que se lo haga saber son nulas.

No, pero hablando en serio. Creía que trasladarme a una de las primeras filas de asientos y no tenerlo en mi campo de visión ayudaría a sacarlo de mi cabeza. Además, Sun siempre intenta mantenerme entretenido y sacar cualquier tema de conversación. No miento, es capaz de hablar de lo que sea. Y debería atraerme porque es justo lo que esperaba obtener de Samuel. Pero no lo hace.

Me equivocaba al pensar que olvidar a un desconocido iba a ser fácil. Si me paro a pensarlo es bastante absurdo, pero es así. Es la magia de los desconocidos, ¿no? Encierran en sus personas cientos de historias, vivencias y aventuras escondidas que debes estar dispuesto a descubrir. Algunos te regalan la vida, otros te arrebatan un trozo de ella. Sin embargo, es el precio que pagas por arriesgarte a conocerlos.

¿Todo esto a qué viene? Ah, cierto. Justo cuando estaba empezando a no pensar tanto en ese chico rubio de ojos grises y lleno de pecas, viene una de mis alumnas a suplicarme que la enseñe a tocar una canción de Taylor Swift, Love Story. Debe ser una broma de mal gusto.

—Esto es muy difícil —se queja Inés antes de revolverse en la banca, nerviosa. Niego con la cabeza y le muestro de nuevo la partitura.

—No te agobies, ¿de acuerdo? Llevas poco tiempo aprendiendo y aun así estás dispuesta a enfrentarte a una canción completa, eso dice mucho de lo valiente que eres. —Le sonrío de forma cálida y las facciones de la niña de diez años se relajan—. Venga, empecemos otra vez. Nota por nota.

Inés asiente y suspira profundamente antes de examinar a detalle el papel que tiene enfrente. Coloca el dedo en Re y le muevo un poco la mano hacia la derecha para llevarla a Mi. Todavía se confunde con la distribución de las notas, de manera que me veré obligado a escribirlas con rotulador en las teclas para que le resulte más sencillo.

—Bien, vamos sílaba por sílaba. —Toco la secuencia en una octava más grave lo más despacio que puedo—. We were both young when I first saw you. Mi Fa Fa Fa Fa Mi Fa Sol Fa.

Tras varios intentos fallidos reproduzco la canción en mi móvil y al fin Inés comienza a tocar las notas bien. El resto es pan comido ya que nos mantenemos en la misma octava y solo hay que recurrir a una más aguda para una única nota. Para cuando la clase finaliza, Inés es capaz de tocar el estribillo de corrido y sin ningún error. La felicito y acordamos en que seguiremos con la segunda parte de la canción el próximo día de clases.

Hoy voy a volver más tarde a casa, y encima de noche. Como es evidente no cuento con un local donde instruir a mis alumnos, de manera que me veo obligado a trasladarme de aquí para allá a sus hogares. Para mi mala suerte, Inés ni siquiera vive en mi ciudad. Tengo que ir y venir en coche a un pueblo cercano, lo que me quita tiempo de estar en casa con mis bichitos. Lo odio.

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