Nota del autor

2.1K 274 87
                                    

Hola, gente. Creía que este día no llegaría nunca, pero aquí estamos: he terminado Llámalo como quieras.

Si eres un lector habitual de mis libros ya sabrás que me gusta explayarme en las notas y contar un poco sobre la historia en sí. Y esta en concreto es diferente a las demás por una razón: lo mucho que me ha costado escribirla. Empecé a escribir y publicar el primer borrador en septiembre de 2021, la abandoné al año siguiente y en 2023 la retomé hasta ponerle el punto final. 

Es una historia que se ha extendido dos años sin pretenderlo. La razón es una que muchas veces es parte del proceso de escribir un libro: la inseguridad. Un día de marzo de 2022 leí lo que llevaba escrito y no me gustó. Es más, me avergonzaba de mi propio libro. Así que dejé de escribir, anulé la publicación y me llevé meses sin abrir el documento. Incluso empecé otra versión intentando convencerme de que el problema era la historia, cuando en realidad era yo. 

Toda mi vida he lidiado (y sigo haciéndolo) con inseguridades de todo tipo, pero Llámalo como quieras marcó un antes y después. Porque escribir es lo que más me gusta hacer en el mundo, se suponía que era lo único que se me daba bien y en lo que no podía fallar. Y me asustó comprobar que quizás mis esfuerzos no eran suficientes, que estaba equivocándome de nuevo. Si escribir tampoco era lo mío, ¿qué iba a serlo entonces? ¿Tendría que abandonar una tarea que me gustaba tanto porque no se me daba bien? 

Menos mal que recapacité. Soy un firme creyente del tiempo, creo que es el único dios en el que confío, pues es capaz de curar a las personas y darnos una nueva perspectiva de las cosas. Y mi dios me hizo caso. Pasaron meses, casi un año, hasta que empecé a notar un cosquilleo en el estómago que me pedía que volviese a este libro. Con miedo abrí el documento después de tanto y empecé a leer. Y cuál fue mi sorpresa al comprobar que, al contrario de lo que llevaba mucho tiempo creyendo, la novela que había empezado no era mala. Es más, me gustaba. Me gustaba hasta tal punto que supe que tenía que retomarla. 

Mi problema era que había perdido la confianza en mí mismo. Y es que yo no sé mucho de eso. Me gusta pasar desapercibido y no destacar en mi día a día, de manera que evito hacer las cosas muy bien o muy mal. La escritura, no obstante, era mía. Ahí sí me permitía sobresalir y dar todo de mí, a pesar de que fuera a través de un seudónimo al principio. Y recibí mucho apoyo, tanto que me abruma a veces, y con ello también vino la presión. Presión de estar a la altura, de seguir escribiendo novelas que gustaran tanto como la primera, de mantenerme visible sin exponerme mucho a nivel personal. Y aunque estés en la cima y hagas todo lo que está en tu mano por no caerte, al final te caes. 

Yo, al igual que Samu, he aprendido una lección muy valiosa a lo largo de los años: compararte con otros es esa caída a miles de metros de altura, una caída que nunca termina bien. Es muy difícil no hacerlo. Yo todavía lucho contra ello, pero a veces tenemos que darnos un voto de confianza a nosotros mismos y creer en lo que hacemos. Y qué queréis que os diga, yo sé que mis libros no son los mejores, pero son míos. Eso es suficiente, porque yo creo en ellos, y tan solo por los momentos de felicidad que me han dado su existencia está justificada. 

Muchos te dirán que no vales para algo. Puede que uno de ellos seas tú mismo. Pero, al final del día, lo mejor que puedes hacer es ignorar esos comentarios y seguir. Si disfrutas haciéndolo, no lo abandones. 

Otro punto que quería tratar era la representación de esta novela. He recibido comentarios de personas agradeciéndome por el personaje de Samuel, ya que se han visto reflejados en él, ya sea por su ansiedad social o su demisexualidad. Me pone muy triste que haya tanta gente que vive las mismas experiencias relacionadas con la ansiedad, pero a la vez me llena el corazón el hecho de que hayáis encontrado este libro y comprobéis que no estáis solos. Hay muchos Samus en este mundo, pero también muchos Isaacs, Alejandros y Sashas. Os lo prometo, están ahí. Solo hay que encontrarlos. 

También quería aprovechar para agradeceros por el apoyo constante que me dais. Una gran parte de esas ganas de retomar el libro vinieron por vuestros comentarios y preguntas constantes de "¿qué pasó con LCQ?", "¿cuándo la vas a continuar?", y similares. Creísteis en esta novela incluso antes que yo y es probable que sin vuestro interés LCQ siguiera siendo un documento incompleto y perdido en mi ordenador. Gracias de corazón.

Quiero mencionar lo evidente: Taylor Swift ha sido la principal inspiración para la historia, aunque la trama no esté directamente relacionada con sus canciones. Sin embargo, es mi artista favorita y quería honorar su música en uno de mis libros. También me ha ayudado a encontrar una comunidad de swifties que adoro, e incluso mi novela ha hecho que otros descubran su música, por lo que no podría estar más feliz. 

Por último, me gustaría leer vuestros comentarios respecto al final y a la novela en general. Sé que a lo mejor no es el final que todos esperaban, pero lo tuve claro desde el principio. Llevo meses visualizando a Samu e Isaac reencontrándose años después en una cafetería al puro estilo de Begin Again. Empezamos con la primera canción de Red, así que era justo que acabásemos con la última. No sabía si me iba a atrever a escribirlo, pero como os he dicho, tenemos que creer en nosotros mismos. Mi instinto sabía qué debía hacer, y lo hice. Espero que os guste tanto como a mí. 

Una vez más, muchísimas gracias por leerme. Hacéis que esto valga la pena. He aprendido mucho con esta experiencia e intentaré no dejarme llevar por el miedo de aquí en adelante. Será difícil, pero no imposible. 

Os quiere mucho, PJ.

Llámalo como quieras [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora