[Epílogo] Begin again

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-Isaac-

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-Isaac-

Aunque estamos a mediados de octubre, el calor sigue haciéndose camino a través de la tela de mi camiseta, que se me pega al cuerpo de la manera más incómoda posible. A pesar de ello, tengo otros problemas mayores ahora mismo. Uno de ellos es no perderme de camino a la nueva cafetería del centro.

El plan no era quedar allí, pero vi un anuncio por internet y me pareció apropiado. Un sitio nuevo en el que retomar algo antiguo. Es casi poético. Él no tuvo ningún problema, así que aquí estamos.

Llego al local en cuestión y me reciben con una sonrisa. Un camarero me conduce a una mesa cerca de la ventana y no podría gustarme más. Así lo puedo ver venir desde dentro y saber qué esperar de antemano.

No me toca aguardar mucho. Antes de que la idea de que me han dado plantón florezca, una figura inconfundible aparece por la esquina de la calle y entra en mi campo de visión. Es él, sin ninguna duda.

Lo primero que capta mi atención es su pelo. Siempre decía que se lo tenía que cortar, pero le cae de manera desordenada por la cara sin que le moleste lo más mínimo. No le llega a los hombros, pero sí es lo bastante largo como para que varios mechones se le peguen a la nuca y las orejas por culpa de las altas temperaturas. A pesar de esto último viste de negro, tanto pantalones como sudadera, pero las mangas las lleva subidas hasta los codos y deja ver sus tatuajes. Eso sí que es nuevo.

De su cara lo más llamativo son las gafas de pasta. Sé que es miope, pero pensaba que jamás sucumbiría a las gafas. Se ve que me equivocaba. Son grandes y hacen que sus ojos grises resalten más, por lo que son perfectas. Sus rasgos siguen siendo suaves y casi delicados, pero el tiempo se ha encargado de endurecer algunos y marcar el paso de los años en ellos. Las ojeras siguen acompañándole, ya tenga veinticuatro o veintinueve.

No podría estar más guapo. Y el guapo en cuestión entra en la cafetería, busca con la mirada una cara conocida entre las mesas ocupadas y se fija en mí. Nuestros ojos coinciden por primera vez en persona después de lo que deben haber sido casi tres años.

El tiempo a veces es caprichoso, pero cuando nos miramos es como si no hubiera existido. Volvemos a ser los mismos de siempre, salvo que no lo somos en absoluto. Me deleito con esa fantasía mientras el rubio camina a paso lento en mi dirección.

Cuanto más se acerca más se extiende el nudo en mi estómago. Me había dicho antes de venir que no estaría nervioso, pero acabo de fallar. Joder, estoy aterrado. No sé si esto va a ir medianamente bien o terriblemente mal. Supongo que tendremos que descubrirlo.

—Hola —pronuncio cuando se acerca lo suficiente para que me oiga.

—Hola.

La voz de Samuel no ha cambiado, o a lo mejor soy yo que hacía tanto que no la escuchaba que me contento con la de ahora. Como sea, el chico toma asiento frente a mí. Tenerlo tan cerca se siente irreal. Como si estos cuatro años hubieran sido una pesadilla extraña de la que me he despertado. Ahora todo ha vuelto a la normalidad.

Llámalo como quieras [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora