Soy una golosa

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En unos minutos iba a sonar la campana y estaba totalmente crispada de los nervios. En tan solo unos minutos nos iríamos a mi casa. Muy bien, Chloe. Eres un genio… ¡¿Qué iba a hacer con esos dos juntos en mi casa?! Además, está la cuestión de que Shawna, por alguna razón, era capaz de leerme la mente. Era imposible lidiar con una situación así. Como si no fuera suficiente tener que separar a esos dos, ya que eran como el perro y el gato. Aunque hay que admitir, que hasta hace poco, Shawna también me parecía un grano en mi culo. No sé realmente cuando eso dejó de ser cierto.

-No olvidéis hacer el comentario para la semana que viene. Cuenta como el veinte por ciento de vuestra nota.

Al minuto de que el profesor pronunciara esas palabras, sonó la campana. Al fin llegó el momento. Como si dispusiera de todo el tiempo del mundo, recogí mis cosas con lentitud. Cuando estaba por ponerme la bolsa al hombro, vi que en la puerta estaba Ian esperándome con una sonrisa de oreja a oreja. Ni me esforcé en no sonreírle de vuelta. Era una de esas personas que te subían el ánimo, aunque no lo quisieras. Cuanto le eché de menos.

-¿Tienes las cervezas en casa o aún hay que ir a por ellas?

-Me temo que hay que ir al súper, porque como era incapaz de dar contigo en toda la semana, no sabía si estabas enfadado y no querías venir.

No me respondió en un tiempo por lo que anduvimos hasta el aparcamiento en silencio. Cuando llegamos a mi coche y estaba a punto de subir, el me agarró.

-Oye Chloe. Sé que no me porté bien esta semana. Perdóname por favor. –Él realmente esta parecía arrepentido. Podía sentir su dolor como si fuera mío propio. Quité mi mano del coche y se la puse en la mejilla, acunando su cara. Era realmente alto por lo que tuve que mirar muy arriba y alargar bastante la mano para llegarle.

-No hay nada que perdonar, Ian. Ya te lo dije antes. Eres mi mejor a…

-Ya. –Me interrumpió, pero no le di mucha importancia. Por un momento él sostuvo su mano contra la mía mientras inclinaba su cara en nuestras manos y cerraba los ojos, pero no fue mucho tiempo. Al momento los volvió a abrir y antes de marcharse dijo –Nos vemos en tu casa.

-Oye Ian. Puedes venir conmigo, ¿sabes?

-No gracias. No quiero dejar mi moto aquí. –Gritó desde la distancia, dejándome plantada junto a mi coche. Creo que aún está enfadado, aunque él diga que no.

-No creo, amor. Lo que le pasa es otra cosa.

Me di la vuelta y ahí estaba Shawna, como si apareciera por arte de magia. O es que no te diste cuenta cuando se acercó… ¡Deja de ver magia por todas partes, Chloe! Ella se abstuvo de contestar. Solo sonrió y se subió a mi coche. ¡Oye! ¿Pero porque entras en mi coche? Abrí la puerta del conductor y a punto estuve de preguntárselo en voz alta, pero no me dio tiempo.

-¿No vamos hacer después una fiesta de súper amigos? Pues allá vamos.

-Pero… -No Sabía muy bien que responderle. Luego decidí que realmente no importaba y me encogí de hombros antes de subir al coche. ¿Otra cosa? Le pregunté, pero o no estaba escuchando o hizo caso omiso de mi pregunta no formulada. En todo caso, lo dejé pasar. -Tenemos que pasar por el súper para coger las cervezas y algo para picar. No tengo nada en casa.

-Vale.

A parte de esas breves frases no hablamos nada en todo el trayecto. Solo miraba por la ventana con cara distraída, así que dejé volar mi imaginación mientras conducía. Estaba pensando en cómo me estaban brillando las manos antes, en las gradas. Por un momento pensaba que… Solo una vez fue más allá de lo que fue hoy. De eso ya hace unos años. La suerte es que ocurrió en casa y estaba completamente sola. Pensé que estaba loca de remate, pero no me importó realmente. No quería volver a la realidad después de ver aquello. Después de que el ardor en mis manos se extendiera por todo mi cuerpo y por fin se calmó y ya no sentí nada. Como si estuviera hecha de nubes. Era tan hermoso. Parecía que estuviera en otro mundo, lleno de colores inimaginables. Mis manos explotaron y ahí estaba, llevándome hacia ese mágico lugar, pero había alguien más. Había alguien, una chica creo, que me miraba desde lo lejos, pero no la podía ver bien. Solo podía distinguir bien su silueta, que me extendía la mano como queriendo decir que le cogiera la mano. En el momento en que quería acercarme a ella para cogerle la mano, todo se desvaneció como si de un sueño se tratara y ahí estaba, en el salón de mi casa con la mano aun extendida.

-Chloe… ¿Entramos en el súper o no? –Dijo Shawna en un susurro. Vi que ya había aparcado y apagado el coche. Pero no me había movido. Demasiado tiempo en limbo. Vi que Shawna estaba en tensión, ¿Por qué? Ella no me respondió, ni hizo además de querer hacerlo.

-Sí, sí. Vamos.

Salimos del coche y al entrar cogí un carrito para poder meter las cosas, ya que no sabía cuánto íbamos a coger. Fuimos directamente al pasillo de los dulces, pero no fui capaz de decidirme. Siempre que tenía que escoger entre tanto dulce me volvía loca. Si es que me gusta todo. Lo sé. Soy una golosa.

-Coge unos nachos o lo que sea. Cualquier cosa estará bien… Golosa.

Hice caso omiso del comentario. Casi lo esperaba, ya que yo misma lo pensé. Cogí unos nachos tal como ella dijo, algo chocolate, otra de mis perdiciones, y algunas golosinas en forma de fresas y cerezas. Ella solo estaba mirándome cuando de repente se puso a mi lado y acercó la mano a las golosinas en forma de gusanos mientras me miraba como preguntándome si podía cogerlas. Yo simplemente me encogí de hombros y ella las cogió y las metió en el carrito.

Luego pasamos al pasillo de la bebida y yo cogí una docena de cervezas con limón. A mí me encantaban y a Ian también le gustaban, pero al parecer Shawna no opinaba lo mismo.

-Sigo sin entender cómo eres capaz de beber esa basura. Si tanto de gusta la cerveza con limón, te coges unos limones y se los añades tú. No bebas esta porquería. Tendrás limones en casa, ¿no?

-Tengo limones en casa, pero las prefiero así, gracias.

-Al menos coge también unas cervezas normales para poder beber yo algo también.

-Vale, vale. Coge las que quieras.

Shawna paseó por todo el pasillo como examinando cada una de las distintas cervezas que había, como si no pudiera decidir entre unas u otras, hasta que llegó al final, donde se situaban las bebidas alcohólicas más fuertes y me guiño un ojo mientras sonreía sacando la lengua fuera, quedando a la vista su piercing rosa. Nada bueno me puede deparar eso.

-¿Y si lo convertimos en tequila night?

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Hola chic@s. Con los animos tan arriba que me tenéis, simplemente tuve ganas de seguir escribiendo y aquí tenéis otro capítulo. Recordad... Un voto o algun comentario ayudan. Como siempre...

Mil besos mis amores,

Selain

Shh...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora