Se acercaba cada vez más y más. Nuestras respiraciones ya se entremezclaban. Estaba totalmente embriagada por su olor, su cercanía, su todo. Nuestros labios estaban a centímetros de tocarse cuando de repente sonó el timbre. Los dos nos asustamos por la interrupción y nos miramos fijamente. ¡Estaba a punto de besar a mi mejor amigo! Su expresión reflejaba la mía. ¿O no? ¿Es frustración lo que distingo? ¡Oh Dios Mío! Vuelve a sonar el timbre y por fin nos separamos lentamente. Como aún estaba medio desnuda, me fui corriendo arriba sin decir una palabra, mientras Ian abría la puerta.
Cuando por fin entré en mi cuarto, cerré de un portazo para dejarlo todo atrás cuanto antes, pero con mi mala suerte tan característico, se me quedó la toalla enganchada con la puerta y entré tal como llegué al mundo en mi habitación. Ugh, al menos era mi habitación. Bien podría haber caído por las escaleras mientras Ian abría la puerta a quien quiera que fuera el que timbrara. Rápidamente abrí y cerré la puerta para coger la toalla, pero no fue tan fácil como me lo imaginaba pues la toalla atascaba la puerta y tuve que tirar mucho. Consecuencia: yo tirada en el piso con dolor de trasero y otro portazo.
Abrí mi armario para ver que podía ponerme que fuera cómodo mientras me frotaba mis partes traseras doloridas, pero ni mirar ni leches. No podía tardarme. Mis leggings favoritos, mi camiseta favorita, mis pantuflas de oso panda y lista. No llegué a meterme en la ducha, por lo que tenía el pelo seco y ni un vistazo le eché al espejo.
No quería pensar en lo que acababa de ocurrir con Ian, pero era inevitable. Casi me besa. No es que me asqueara la idea, pero nunca pensé en él de ese modo. Es obvio que de vez en cuando disfruto de las vistas que ofrece. Y quien no? Tengo ojos! Es el chico más guapo que he visto en toda mi y que por cierto es mi mejor amigo… o al menos era mi mejor amigo. Argh!
Lentamente abrí la puerta, pero no pude ver nada. Tendría que salir para ver quien estaba en el porche, pero aún no me sentía con las fuerzas necesarias para aparentar normalidad delante de Ian. Primero quería averiguar quien estaba en mi porche.
-… empapada y hace un frío de mil demonios.
Esa era la voz de Shawna? Qué demonios hacía ella en mi casa? Vino todo el camino caminando? Normal que estuviera mojada. Aún así, por muy mal que me cayera, es cierto que hacía frio, por lo que al fin decidí salir para decirle a Ian que la dejara entrar, pero ya le estaba respondiendo.
-No es mi casa como tú misma dijiste por lo que no te puedo dejar entrar. Además, tampoco es que te estés mojando justo ahora. – e hizo el ademán de mirar arriba.- El porche tiene techo.
Ya estaba bajando las escaleras por lo que pude ver el enfado reflejado en la cara de nuestra visitante empapada y me temí que soltara alguna gentileza de las suyas, pero me vio y sonrió de oreja a oreja, como el gato de Alicia en el país de las maravillas.
-No me quieres dejar entrar para intentar meterla en la cama?
Estaba segura que lo único que verías en mi cara sería el sonrojo del asombro si juzgamos el jadeo que acabo de soltar por mi boquita, pero todos sabíamos que ella iba a soltar una de las suyas. No fue sorpresa alguna para ninguno de nosotros. Aún así pude apreciar el tenue rubor en la nuca y orejas de Ian antes de darse la vuelta para mirarme. Cuando al fin sus ojos se encontraron con los míos, pude ver el arrepentimiento y la vergüenza en ellos, como si fuera su culpa. Entonces me miró de arriba abajo. Me puse todavía más roja cuando recordé el porqué de ese escrutinio. Nuestro casi beso. Me hirvió la sangre.
-Ian no estaba intentando eso que tú dices.
-Ah. Así que ya lo estaba intentando? Veo que de verdad interrumpí algo esta vez. Felicidades tortolitos.
No pude responder a eso. Si fuera posible, me sonrojaría todavía más, pero lo dudo. Estaba paralizada, con la boca abierta intentando pensar en algo que responderle, pero nada me vino. Solo podía pensar en el casi beso entre Ian y yo, y la sonrisa imposiblemente ancha de Shawna. Había algo en esa sonrisa. No parecían encajar con su mirada. Que había ahí escondido? No tuve tiempo a averiguarlo.
-No te incumbe lo que pasa entre nosotros. Aquí lo importante es saber que haces aquí.- Dijo lo más serio y amenazador posible. No es que le afectó mucho, ya que con toda la tranquilidad del mundo sacó una de sus eternas piruletas en forma de corazón del bolsillo de su chaqueta de cuero para desempaquetarla y lentamente darle un lametón de abajo a arriba mirándome únicamente a mí.
-Solo vine a traer una cosita olvidada
-Y se puede saber qué cosa es?
Ian ya estaba perdiendo la paciencia, pero Shawna seguía mirándome solo a mí. Poco a poco se fue acercando con la piruleta en la mano y una sonrisa de oreja a oreja. Cada vez que se movía, caían gotas de lluvia dejando un rastro de agua por el piso. Una vez que la tenía a poco menos de medio metro, se volvió a meter la piruleta en la boca, la saboreó y la volvió a sacar con un ligero “pop”.
-Con las prisas por deshacerte de mí, se te olvidó el estuche. Como buena compañera que soy, te seguí corriendo, pero cuando al fin te alcancé, ya estabas en tu coche conduciendo como si te persiguiera el diablo.- Oh, que ironía, pues así me sentía en aquel momento.
-Gra… gracias.- Pude notar como volvía a sonrojarme. Esto es un no parar. Ella no dejaba de mirarme sonriendo como intentando averiguar algo.
-Solo dale el maldito estuche y vete!- Dijo Ian ya perdida toda paciencia. Pude apreciar la diferencia en la expresión de nuestra visitante, como si de repente se acordara de la presencia de mi mejor amigo. Aún así no apartó sus ojos de los míos, ni siquiera para responderle.
-Tranquilo machote. Se lo daré, pero quiero mi recompensa.- Ahora su expresión reflejaba maldad pura, pero la cambió por una carita de perrito pachón con sus morritos. Que tiene planeado ahora?!- Me he mojado mucho para venir hacia aquí todo el camino.- Así que vino andando. No sé que me hace sentir eso. En todo caso algo sentí.
-Y qué quieres!?
Ian estaba cada vez más furioso. Sé que estaba a punto de explotar. Tengo que admitir que hablarle a alguien que no te mira y te ignora por completo, como si no existieras, enfadaría a cualquiera. Al menos Shawna le contesta. Podría ser peor. Bien lo sé yo. Mientrastanto ella no dejaba de girar la piruleta ya deformada en su boca, dándole pequeños lametones y toques de manera perversa fijándose únicamente en mí. Ian ya no se tenía que preocupar más de que no le mirara porque de repente lo miró de reojo y de manera perversa puso su lengua entre sus dientes, poniendo a la vista su piercing y dijo:
-Un beso.
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Shh...
FantasyChloe siempre creyó que era todo menos especial. Nada que la destacara por encima del resto, sin contar con su buen expediente académico. No tenía muchos amigos ni llamaba la atención. Un ser invisible, aunque pensara que estaba un poco loca, o al m...