Erase una vez

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Hace ya mucho tiempo, unas señoritas decidieron pasar un tiempo en la tierra en busca de juerga, o al menos algo que hacer. Sus días eran muy largos y aburridos. Eran lo que la humanidad llamaría diosas. Eran poderosas y con todo tipo de habilidades...

-Oye, Shawna. No estarás divagando e inventando a lo loco, no?

-Pero me quieres dejar terminar?! Serás maleducada... Claro que no lo estoy inventando todo sobre la marcha. -Estaba mirándome por encima de sus gafas de sol. Sus ojos echaban chispas y no era una forma de hablar. Literalmente brillaban con un verde fulgor. No quería perderme en aquel verde por lo que desvié la mirada hacia otro lado, pero cayó en su cuerpo que estaba boca abajo haciendo topless. Eso sin duda era peor, así que me imaginé mi libro preferido en mi regazo y ahí estaba. Lo cogí y tapándome la cara le dije que continuara su historia. Que no la volvería a interrumpir. Al parecer ya estaba de mejor humor cuando siguió su relato. Simplemente lo sentí. Lo notaba en su mente. No quise comprobarlo mirándola. Porque será? Quien sabe, mona... Oh, cállate, me dije a mi misma.

La tierra para ellas era como el paraíso para nosotros. No tenían reglas que seguir o trabajo que hacer. Coincide que cada vez que ellas bajaban a la tierra, los humanos no lo pasaban muy bien, ya que eran unas de las encargadas de los sueños, la imaginación y la fantasía. Nos volvíamos irascibles y descontrolados, pero eso ya es otra historia.

El caso es que eran escasas las veces que bajaban, pero sin duda la más memorable fue la primera vez. Querían averiguar si lo que veían en los sueños, los que ellas ayudaban a crear era la realidad de todos los días para los humanos. Al principio tenían miedo y solo vagaron por sus fantasías, pero como dice el dicho, la curiosidad mató al gato. Quedaron impresionadas con lo que se encontraron. En su gran mayoría se asquearon por la mugre y la maldad que residía en él, pero el bien siempre triunfará al mal. Era tan diferente de donde vivían ellas. Su intención era quedar tres ocasos como máximo, mas perdieron el sentido del tiempo. No contaron con el amor y sin darse cuenta ya pasó un ciclo lunar. Eran tan felices que no se dieron cuenta del mal que ocasionaban a los humanos hasta que ya era demasiado tarde. Sus parejas humanos se volvieron insoportables y agresivos, casi rozando la locura. Al darse cuenta de lo que ocurría, decidieron retornar y los humanos volvieron a ser como eran, o al menos algo parecido. Esas señoritas estaban tan deprimidas al perder su amor que todos los sueños eran tristes y deprimentes, sobre todo las de sus antiguas parejas. No fue hasta más tarde que supieron de los retoños que estaban a punto de tener y la alegría volviera a su ser, pero ni siquiera esa alegría iba a durar. Nacieron enfermos y con pocas probabilidades de una larga vida, al menos en su mundo. Decidieron romper las reglas y aparecieron en los sueños de los padres de los bebés para decirles que tenían que cuidar de sus respectivos hijos ya que en su mundo era imposible y con toda la tristeza del mundo los enviaron a la tierra. No había momento en que esas señoritas dejaron de vigilar desde la distancia a esos niños y fue por ello que descubrieron que al igual que ellas, también tenían determinadas facultades, pero sus vidas eran igual de cortas que las de los humanos. Así decidieron que sus almas serían guardadas hasta que todos hubieran muerto y luego los revivirían al mismo tiempo. Era su manera de tener a sus hijos siempre consigo, aunque no los pudieran acompañar en ningún momento, y así hasta hoy en día.

En cada reencarnación, su físico y hasta sus sexos podían cambiar, pero había ciertos aspectos que siempre eran los mismos y esos eran que sus personalidades, sus ojos, su color y el hecho de que tendrían que ser criadas sin una madre, además de sus poderes claro. Así lo decidieron las madres.

-Quieres decir que somos hijos de diosas? Espera... que quieres decir con color? –Dije sorprendida rompiendo el silencio que se hallaba a nuestro alrededor a excepción por el romper de las olas.

-Lo de los colores ya te lo explicaré en otro momento, y no. Somos reencarnaciones de sus hijos.

Pero si viene dando lo mismo...

-No lo es y lo sabes. –Contestó mirando otra vez por encima de sus gafas

-Vale. Y porque tenemos que vivir sin una madre. Sería lo más justo ya que ellas no pueden. Espera... Eso significa que mataron a nuestras madres?

-Claro que no! Nuestras madres humanas ya estaban predestinadas a morir a temprana edad. No es su culpa. Y las diosas también pueden sentir la envidia. Supongo que no querían que recibiéramos un amor fraternal distinto al suyo. Ten en cuenta que sufren mucho al no poder estar a nuestro lado.

-Al menos podían visitarnos en sueños. –Susurré muy bajito, pero ya sabía la respuesta. Sería romper las reglas... Siempre fue un dolor para mí el no tener una madre. Murió cuando tan solo era un bebé y a veces me siento tan sola que me siento morir. Mi padre pasa más tiempo fuera de casa que dentro. Su trabajo...

Shawna me miró, pero no dijo nada. Seguro que sintió el dolor en mis pensamientos. Al parecer ella también puede ser considerada.

-Entonces porque nunca averigüé mis poderes hasta ahora?

-Porque eres así de tonta. Cómo no pudiste darte cuenta?

Supongo que tiene razón. Siempre ocurría alguna que otra cosa que no pudiera tener explicación lógica sin contar con que mis manos se calentaban e iluminaban todo, pero supongo que eran imaginaciones mías o simplemente que estaba loca.

-Así que pensabas que estabas loca de remate! –Estalló en una carcajada bien sonora y doblándose para agarrarse las tripas, haciendo que su pecho estuviera bien a la vista. Mi vista.

-Pero tápate, por dios! –Mi grito solo la hizo carcajearse más todavía, pero al instante todo a nuestro alrededor cambió, incluidas nosotras. Ya no estábamos en la playa sino en mi sala de estar, donde estábamos vestidos e Ian aún yacía inconsciente. –Pero qué...?

-Prepárate que va a despertar.

-Pero Shawna! Aún tengo más preguntas! No es mi culpa que me enseñaras las te...

No me dejó terminar la frase, ya que Ian lentamente abrió los ojos.

Más tarde...

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Lo sé, lo sé. Tardé mucho en publicar, pero no tenía ni idea de como poner por escrito todo lo que tenía rondándome por la cabeza y lo fui dejando. Si es que soy un caso... jajaja

Supongo que solo me queda decir que espero que os vaya gustando lo que voy escribiendo y me regaléis una estrellita, ya que no podéis regalarme dos, o si es que queréis dejarme un comentario, estáis totalmente invitados. Espero no tardar demasiado con el próximo capítulo, pero no os prometo nada ya que estoy en plena temporada de exámenes.

Mil besos mis amores,

Selain

Shh...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora