En la playa paraíso

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¿Secretos que no quiero conocer? ¿Qué querrá decir con eso? Quise acercarme a ella, pero algo me lo impedía. Ella no se movió ni un centímetro. Más bien parecía una estatua. Una que estaba sufriendo por dentro, tanto que sus ojos me lo transmitían sin que hiciera falta palabra alguna.

¿Qué te pasa, Shawna? ¿Qué secreto?

No quise irrumpir ese silencio con mi voz. No quise estropearlo todo, espantarla. Lo pensé con todo el fervor que pude, pero ella no reaccionó. Me estaba asustando. ¿Y si hice algo mal? ¡He accionado algo en su cabeza para leerle el pensamiento! ¡Hice algo mal! Ya estaba casi hiperventilando, pensando que todo era culpa mía cuando ella se movió.

-Deja de pensar tonterías. No hiciste nada mal, tonta. –Dijo con una sonrisa socarrona. Eso me sacó de quicio. Me estaba preocupando mucho. Me acerqué a ella y la cogí de los hombros para sacudirla, pero algo me detuvo. Ella me detuvo. Su mirada me decía algo, pero todo lo demás la contradecía. -¿Qué pasa? ¿Me vas a dar otro beso?

-Mira quien es la tonta ahora. –Dije soltándola y suspirando mientras miraba el cielo, intentando tranquilizarme. De repente me di cuenta que algo no estaba bien. El cielo se había dividido extrañamente en dos por una línea de nubes, haciendo que yo tuviera un día tormentoso y Shawna por el contrario uno bien soleado como lo tenía yo momentos atrás, y no terminaba ahí. Cuando bajé la mirada, ya no tenía todas esas plantas y flores y todo lo que hacía tan maravilloso ese mundo. Mis pies estaban en un campo totalmente seco, lleno de grietas. Shawna seguía en aquel campo tan maravilloso. ¿Qué pasa aquí? Es como si este mundo se dividiera en dos completamente distintos.

-Fuiste tú.

-¿Cómo que fui yo?

-Sí. Nos dividiste al enfadarte conmigo. Inconscientemente le hiciste esto a nuestro mundo.

-¿Nuestro mundo?

-Y ya empezamos con las explicaciones complicadas. –Dijo frotándose los ojos. –Al menos pongámonos cómodas. ¿Te gustan las playas?

-Me encantan.

-Pues imagínate una. Concéntrate en una bien bonita con sus aguas cristalinas y la arena muy fina, como las que salen en los anuncios.

Hmmm. Así que también puedo cambiar el aspecto de este mundo. Cerré los ojos y me imaginé una tal cual dijo ella, con el sol dándonos de lleno, la arena muy fina y aguas cálidas y transparentes, de color turquesa. Al instante sentí como me mojaba de la cabeza a los pies y abrí los ojos asustada. Me lo imaginé todo muy bien, con la excepción de mi misma, que estaba unos metros dentro del mar. Centré mi vista en la playa y ahí estaba ella, con una palmera y tumbada boca abajo, tomando el sol sobre una toalla lleno de colores. ¡UGH! Nadé hasta la superficie con lentitud. Es cierto que yo estaba en el agua, con toda la ropa empapada y ella tan tranquila ahí, pero al menos el agua no estaba frío. Cuando al fin llegué hasta ella, mi humor ya estaba bastante mejor, pero aun así quise hacerla pagar de algún modo. Lo más silenciosa que pude, me saqué la sudadera y cuando al fin la tenía bien agarrada, se la escurrí en la espalda, haciendo que todo el agua cayera encima de Shawna. Ella levantó la cabeza sobresaltada, pero no se levantó. Al instante descubrí porque. Estaba haciendo topless.

-¿Qué haces así vestida?

-¿Qué piensas? Estamos en una playa, por si no te diste cuenta.

-¿De verdad? No me había dado cuenta, ya que estaba nadando con toda la ropa puesta en unas aguas parecidas a las de la playa paraíso de Cuba.

-Culpa tuya por no imaginarte un biquini, o al menos imaginarte fuera del agua. Aunque ahora que lo pienso, estás cien mil veces mejor así.

No pude contestarle a eso. Tenía toda la razón, pero es que no era tan fácil como pensaba. ¡Espera! ¿Qué dijo de mi ropa? Tenía toda la ropa pegada a mi cuerpo, y como me había quitado la sudadera, mi camiseta era muy delgada y transparentaba toda mi silueta, mi ombligo, mi sujetador… Simplemente todo. Ah, que más da. Me imaginé un biquini violeta muy sencillo con una camiseta algo ancha encima y una palmera bien grande para taparme los ojos del sol, además de unas gafas de sol. Luego me ocupé de la toalla, una silla de playa y porque no… Un batido tropical con pajita y una paragüita. Todo ello apareció al instante y me senté con tranquilidad mientras Shawna no me quitaba ojo.

-Estás aprendiendo rápido.

-No lo suficiente, ya que aparecí en el agua y tu tan tranquila aquí. –Dije antes de sorber otra vez de mi batido.

-No te preocupes. Lo pillarás.

-Bien. Ahora explícame… ¡Esto! –Señalé todo lo que nos rodeaba. -¿Dónde estamos? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué estamos aquí? O más bien… ¿Qué haces tú aquí? Yo ya estuve aquí una vez, pero mi visita fue muy breve. ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo salimos? ¿Qué…

-Para, para. Son muchas preguntas para responderlas en una sola.

-Vale, pero explícamelo.

-Mejor te lo muestro.

-¿Mostrármelo?

-Sí. Te voy a contar una historia. Una que te incumbe a ti, a mi y a todos los que son como nosotras.

-Bien. Tienes toda mi atención.

-¿Estás segura?

-Claro que sí. Porque no voy a estar segura.

Porque la historia sucederá en mi cabeza.

-Oh. Bien. Haré todo lo posible para concentrarme.

Así me gusta. Ahora atenta, porque lo que te voy a contar no es una historia cualquiera…

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Espero no haber tardado más de la cuenta, chic@s. La historia se está complicando y mucho, y tengo que hacer un poco de research. Os quiero mucho, no lo olvidéis. Gracias por esas estrellitas y los comments.

Mil besos mis amores,

Selain

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