Capítulo 4

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Otra vez tengo uno de esos momentos en los que no tengo la menor idea de que hacer con mi vida. Shock, creo que se dice.

¿Realmente me...?

Sacudo mi cabeza fuertemente, ésto no puede pasar de ninguna manera, Rush y yo no podríamos ser lo más opuestos posible.

Me acerco a una mesita de noche, donde encuentro una pluma y unos post-its. Cuando termino estoy muy cabreada, pues aunque jamás se lo diré, se robó mi primer beso.

Salgo del cuarto en busca de Ashley, ¿Dónde se habrá metido?

Suena patético, lo sé. ¿Quién a los veintiún años jamás ha recibido un beso? Yo.

Después que mi madre y yo nos quedamos solas, había que pagar las cuentas y comer, así que me conseguí un trabajo de medio tiempo después de la escuela y para trabajar los fines de semana de tiempo completo en un viejo restaurante a las afueras de mi pequeño pueblo en Colorado.

Además de que estaba pasando por un momento duro, todos los chicos en la escuela eran unos idiotas manoseadores, por lo que me contaba Lily, mi amiga en ese tiempo. Así que en vez de salir con ningún chico, que además parecía no interesarle a nadie, me quedaba cada noche en casa con mamá o leyendo un libro.

Aprendí que los libros son mejores que los chicos, ellos no son molestos, te dan compañía sin esperar nada a cambio, siempre están disponibles y jamás te decepcionan.

Por lo tanto soy una virgen renegada que prefiere estudiar, leer o estar comiendo que salir de casa.

Obviamente como estudiante de Literatura he aprendido muchas cosas, las letras e historia dejan muchísima enseñanza, pero no he puesto en práctica nada.

Suspiro. Estoy como idiota dando vueltas por todos lados sin encontrar a mi mejor amiga. Empiezo a hiperventilar, pero me digo a mí misma que debo calmarme.

Otra razón por la que estoy soltera: sufro de ataques de ansiedad y pánico. Después del abandono de mi padre, empecé a tener episodios muy fuertes donde todo mi cuerpo se entumía y perdía la razón de mi misma por luchar por oxígeno.

Los psicólogos dicen que fue porque jamás lloré o hablé con nadie de mi padre y sigo sin hacerlo. Yo debía, y debo, ser la fuerte.

Todo esto ronda por mi cabeza cuando me estreso por encontrar a Ashley.

Estoy asustada, ¿Qué haré si no la encuentro?, ¿Qué le habrá pasado?, ¿Cómo regresaré al apartamento?, ¿Me habrá abandonado?.

Camino por lo que parecen horas y me siento igual de perdida la mañana que descubrí la ausencia de mi padre y salí corriendo, gritándole que volviera, que lamentaba haber hecho algo malo, que lo quería, pero nunca recibí una respuesta.

Hasta que mamá me encontró tirada debajo de un árbol llorando porque el padre había abandonado a su hija de seis años.

Mierda, estoy jodida. Pensé en ese momento y lo pienso ahora.

Tengo que detenerme y sentarme en el suelo para calmarme, así empieza todo, con un pequeño pensamiento hasta que, como una bola de nieve, cuenta abajo, se hace mas grande y mas grande, hasta que se estrella y explota.

Me toco el pecho y descubro que mi corazón late como el de un colibrí. No puedo respirar por mi nariz, no agarro el aire necesario.

Empiezo a rascarme el cuello hasta que llega alguien y me pregunta si estoy bien pero yo sólo meneo la cabeza.

"¡Un doctor!, ¡Alguien hable a un doctor!" grita la persona a mi lado.

Mierda, mierda, mierda, mierda.

Quiero a mi mamá, ella sabe que hacer, yo no, no tengo la menor idea, sólo sigo respirando fuertemente por la boca y empiezo a ver puntos negros.

"¡Amy, aquí estoy nena!" grita alguien.

¡Ashley!

Siento como sus brazos me rodean y susurra a mi oído.

"Tranquila, ya llegué, lamento mucho haberme alejado, sé que debía de quedarme contigo, ¡qué estúpida soy!" Ella sigue diciendo algo, pero no la oigo, ya no puedo ni siquiera verla.

Empiezo a temblar, estoy muy asustada.

¡¿Papi dónde estás?!

Lágrimas calientes corren por mi frío rostro.

De pronto ella desaparece y unos brazos grandes me levantan del suelo. Choco contra un pecho suave, y al instante me siento muchísimo mejor.

Alguien me pone una máscara de oxígeno en la boca, y los brazos alrededor de mí me sostienen con fuerza.

Creo que esto no es simple oxígeno, ya que empiezo a calmarme casi automáticamente. Empiezo a sentir mis manos y piernas, y siento el movimiento.

De pronto los brazos me sueltan y siento que estoy acostada en una cama. Alguien pone una manta encima de mi.

Suspiro.

Y caigo dormida.

My Sweet Nightmare © (EN REVISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora