Capítulo 23

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Parece que ha pasado una eternidad cuando llego al Campus y finalmente a mi habitación.

Mi cuerpo está cansado y sudado, además de sucio. Me duelen las palmas de los pies, y creo que me he hecho unos cortes, ya que se sientes frescos, pero es el menor de mis problemas.

Tan pronto llego a la puerta la cierro detrás de mí, al fin lejos de todas las miradas críticas, curiosas y odiosas que recibí en todo el trayecto. Mi cerebro calcula una media hora de caminar hasta que me derrumbo en el marco de mí puerta blanca y entierro mi estúpido rostro en mis manos temblorosas.

Dejo escapar un sozollos de furia. He resistido todo lo posible, peor al fin en mi habitación dejo que el llanto me abrume hasta que mi garganta arde y mi cara está hinchada. Mi corazón no se calma en ningún momento. Bien podrían rebanarme en dos y no dolería tanto.

Me odio. Me odio por ser tan estúpida. Me odio por ser tan ingenua. Me odio por ser esa clase de persona que se rehúsa a ver sólo lo que quiere de una persona y me odio más que nada porque le amo.

Odio con todas mis fuerzas amarlo con todo mi ser.

Llevo casi veinte minutos en el suelo de las duchas. Escucho a las chicas reír a mi alrededor, divirtiéndose, conversando, bromeando. Me gustaría ser parte de eso. Me rodeo las rodillas con más fuerza y pego mis labios a mis brazos para evitar un grito de frustración.

¿Por qué? ¿Por qué tengo que ser como soy? ¿Por qué siempre me derrumbo? ¿Por qué siempre me hacen daño? ¿Por qué no puedo ser la chica risueña, bonita e inteligente por una vez? ¿Por qué tengo que ser la inoportuna, estúpida y rota chica de siempre?

Siento el agua ya fría golpear mi helada piel, como se desliza de mí cuerpo y se va por la coladera. Quisiera ser tan pequeña que pueda desaparecer. Las lágrimas salen sin aviso ya.

No me importa. Sólo quiero a mi mamá, pero está a miles de kilómetros. O a mi mejor amiga, pero no está en el campus, y tiene mi móvil con ella.

¿A quién engaño? Me quiero morir.

No soy consiente de ser la última en las duchas hasta que el único sonido que percibo es el agua helada cayendo. Me levanto, cierro la llave y tomo mis cosas antes de ponerme una toalla para salir de ahí y regresar a mi cama.

Alguien me toca en la oscuridad y grito, sin poder ver quien es.

"¡Mierda, soy yo!" grita Ashley y se aparta de mí.

"No sabía que habías vuelto, pero te he escuchado decir algo entre sueños y me he acercado..." ella enciende la luz del cuarto y cuando voltea a mirarme se queda boquiabierta.

"¡Amy! ¿Qué te ha pasado?".

Llega a mi en un santiamén y me toca las mejillas frías llenas de lágrimas secas.

Quiero decirle. Quiero sacarlo de adentro de mí pecho. Ese horrible sentimiento, pero mis labios tiemblan y me hecho hacia mi mejor amiga, abrazándola con fuerza.

Ella me devuelve el gesto y me deja llorar por décima vez en la noche.

Mis jadeos llenan la habitación y ella sólo me abraza, diciéndome palabras de aliento, sin preguntarme qué demonios está mal conmigo.

"Todo va a estar bien, no te sientas triste..." sigue murmurado en la noche, sosteniendo mi cuerpo hecho pedazos hasta que me duermo otra vez.

Al día siguiente la luz del sol me despierta, pero no me muevo. Sé que tengo que ir a clase, pero no me importa en lo mínimo.

My Sweet Nightmare © (EN REVISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora