Capítulo 12

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Estoy recostada en el pecho tatuado y caliente de Rush, mirando hacia el bosque por la ventana.

No pude dormir nada después de lo que compartí con este hombre en la madrugada.

Realmente no me arrepiento, pues fue la cosa mas maravillosa que jamás me ha pasado o sentido, pero me siento preocupada ya que no sé si lo que compartimos realmente significó algo para Rush, como lo hizo a mí.

Dolió un poco, pero fue la mejor sensación que jamás haya sentido.

Sé que no debería torturame con estos pensamientos, pero mi ansiedad lo recalca en mi cerebro de tal manera que quiero volver en el tiempo y...

No sé. No tengo la menor idea de qué pensar.

Vete de aquí, susurra una voz en mi cabeza. Corre antes de que despierte y se de cuenta del error que cometió...

Lágrimas inundan mis párpados y me reprocho a mi misma la debilidad que siento en estos momentos.

Yo creía ser fuerte, lo demasiado para controlar mis pensientos.

Pero todo eso se desvaneció una vez conocí a Rush.

Y no puedo dejar de pensar que se acostó conmigo tan sólo horas después de besar a su ex. ¿Y si en realidad pensaba en ella?

Odio ser tan insegura.

Pero por la misma razón que no quise enfrentar a mamá cuando papá nos abandonó, y no quiero lidiar con Rush una vez despierte, me levanto lo más sigilosa que puedo y me pongo rápidamente un pantalón de yoga gris con la camiseta que sigue en el suelo.

Me pongo mis converse negras y salgo por el pasillo sin mirar al hombre que al que entregué mi virginidad.

Bajo de brinquitos las escaleras y me largo por la puerta, cerrando silenciosamente detrás de mí.

Salgo corriendo por el bosque, buscando una salida tanto como del hogar de Rush como de mi propia mente.

No eres más que una estúpida abre-piernas.

Lágrimas corren por mi rostro mientras sigo corriendo y tardo alrededor de quince minutos en salir a la carretera. Veo un taxi pasando y ruego que se pare, gritándole y extendiendo la mano.

Debo tener un aspecto horrible, ya que el taxista me pregunta si me encuentro bien o si quiere que llame a la policía.

¡Mierda! Olvidé mi celular.

Suspiro con frustración, realmente soy una estúpida sin remedio.

Le indico la dirección al taxista y una vez se pone en camino recargo mi cabeza en el cristal, cerrando los ojos.

La carretera me adormece y siento que apenas cerré los párpados cuando el conductor me indica que ya llegamos y me bajo, pagándole con un dinero que había en este pantalón.

Es lo bueno de ser una celebridad con dinero, supongo. Dejas billetes de cincuenta dólares en los bolsillos y no te percatas de ello.

Bajo y empiezo a caminar.

Estoy en el centro comercial, porque necesito desesperadamente un café doble y estoy segura que Rush irá a buscarme al campus.

Voy hacia el Starbucks y pido un americano con doble azúcar.

My Sweet Nightmare © (EN REVISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora