Día 3

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Ya era pasada la media noche.

Luego del incómodo incidente durante la videollamada de Harry con su hija en la mañana, todo fue demasiado tenso.

***

-lo siento, lo siento Harry, no sabía que estabas en una llamada- fue lo único que logró decir el ojiazul mientras una sonrisa nerviosa se pintaba en sus finos labios.

Y es que Louis no podía ocultar su alegría; aquel "oh Dios" que se escapó de los labios de su jefe, simplemente lo dejó flotando en las nubes. Era todo lo que deseaba, impresionar al ojiverde.

-tranquilo Louis, solo ponte algo de ropa- el rizado señaló intentando sonar lo más tranquilo que le fuera posible; pero era pésimo mintiendo. Sophie y su nuevo asistente notaban fácilmente que estaba hecho un manojo de nervios.

-papá, ¿te pregunté quién es él?- la niña preguntó con las cejas alzadas y una sonrisa traviesa.

-él es Louis, es mi nuevo asistente...- mencionó nervioso el rizado.

-¿duermen juntos?- preguntó con el mismo gesto de curiosidad y picardía.

-¿Qué?, ¿cómo?... No, es decir... ¡No!- los bellos ojos verdes de Harry se abrieron enormes ante la pregunta de su hija.

-ay papá, me refiero a si duermen juntos en la misma oficina... ¿Qué creíste?- la niña soltó una fuerte carcajada.

-si, dormimos en mi oficina... No hay otro lugar- mencionó Harry algo más tranquilo.

-Que bien; Me alivia saber que no estás tan solo... y es como tener una pijamada en el trabajo-

-si, algo así- respondió en un susurro el ojiverde.

Se despidió de su hija luego de unos minutos, y se metió rápidamente al baño. Louis había escuchado toda la conversación, y juntaba con fuerza sus labios tratando de ocultar una risa. Era insólita, pero a la vez tan adorable la actitud del menor.

Harry salió de la ducha, se preparó un café, y le dijo a Louis que iría a supervisar algunos asuntos por si alguien lo llamaba al teléfono de la oficina. Le ordenó chequear algunas entrevistas, para que pudiera resumiralas; y sin siquiera poder mirarlo a la cara se retiró rápidamente.

Louis quedó algo decepcionado, pues sentía la incomodidad de su jefe, pero en el fondo esperaba que se calmara y regresara pronto; así podrían entablar alguna conversación para ir ganando confianza.

Pero no sucedió; Harry era un completo lío, así que nuevamente buscó una aislada oficina y se encerró allí a realizar su trabajo.

Muchas ideas cruzaban su cabeza, pero la más destacable era la simpática actitud de su hija, al ver a Louis aparecer en pantalla solo en ropa interior.

La niña no se espantó, al contrario se mostró divertida y curiosa por saber la identidad del ojiazul. Incluso le pareció graciosa la evidente incomodidad de su padre.

Harry como su padre, sabía que su pequeña tenía una mente realmente abierta, y era increíblemente madura para su edad. A pesar de tener una pésima relación con su madre, ella siempre se mostraba fuerte y parecía querer ser el apoyo incondicional de su progenitor.

Quizás Sophie notaba lo infeliz que Harry era en su matrimonio; tal vez sentía culpa de ser ella la causa de que su padre viviera una vida desdichada y sin amor. Pero lo que si era completamente claro, es que la niña despreciaba a su madre y su jodida actitud, de mostrarse como la mujer perfecta en sociedad y frente a sus suegros. Era una interesada, falsa y probablemente no la quería a ella ni a su amado padre; solo quería la vida que éste le daba.

Treinta Días Para Ser Infiel || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora