Era una mañana fría y completamente cubierta por gruesas y oscuras nubes, que amenazaban con dejar caer una torrencial lluvia.
La alarma del teléfono de Harry sonó una hora antes de lo habitual. La oficina apenas comenzaba a iluminarse por la luz del amanecer.
-Amor, despierta... Hay que levantarse antes para ordenar un poco- el menor murmuró somnoliento cerca del oído de Louis, quien se removía con gran pereza.
-por favor hermoso, solo un minuto más...- el castaño era incapaz de abrir los ojos. Realmente tenía bastante sueño; pero también había una parte de él que no quería que ese día comenzara.
-solo uno amor... Pronto comenzaran a llegar algunos corresponsales, y vendrán directo a esta oficina- el rizado hizo más fuerte el abrazo con el que envolvía al ojiazul, mientras sentía como este soltaba un largo y pesado suspiro.
Louis también hizo más fuerte el abrazo, y lentamente comenzó a dejar suaves y pequeños besos sobre el pecho del ojiverde. Habían dicho que sería solo un minuto más, y debían aprovecharlo al máximo.
Cuando por fin el mayor se levantó de su lugar, Harry lo imitó en seguida. Se sentaron uno al lado del otro, al borde de la cama mientras se tomaban de la mano, y se daban una mirada cargada de emoción. No lo dirían, pues no había motivos para hacer más gris aquella mañana. Pero ambos eran conscientes de que aquella jornada sería muy diferente, e incluso dolorosa.
Ya no habrían momentos para abrazos de media tarde, ya no más besos furtivos, ni caricias sugestivas. Desde ahora deberían llamarse por su nombre, y no con esos bellos y cariñosos apodos que ambos amaban tanto. La burbuja se había roto; ya nada sería igual, y debían aprender de alguna forma a fingir que no morían el uno por el otro.
Louis fue el primero en ingresar al baño, y en lo que tardó en salir Harry ya había ordenado casi completamente la habitación. Había tendido la cama, doblado y guardado la ropa del castaño que solía dejarla tirada en cualquier parte, y también ordenó su escritorio, quitando de éste un montón de tazas y restos de comida.
Cuando fue su turno, el ojiverde se esforzó en tardar lo menos posible, realmente le importaba que todo estuviera listo y perfectamente ordenado antes de que llegaran el resto de los trabajadores, pues tenía que informarles que el ya no continuaría siendo su jefe de edición.
Al salir del baño, completamente vestido y arreglado como era costumbre, se topó de frente con Louis quien también ya parecía estar listo.
No pudo evitar que su boca se abriera con asombro y admiración. Ahí estaba el castaño, luciendo increíblemente atractivo, usando el mismo traje con el que se conocieron el primer día de confinamiento. Louis llevaba semanas sin ponerse ropa de trabajo formal; y específicamente ese traje que le lucía increíblemente bien, solo lo usó en una ocasión, y probablemente con la intención de impresionar. Y si que lo consiguió.
Louis sonrió con picardía al ver como Harry parecía haberse congelado mientras lo observaba detenidamente.
-¿sucede algo, cariño?- Louis preguntó en un suave murmullo, en tanto Harry seguía viéndolo fijamente.
En aquel instante, en la mente de Harry se repasaba cada detalle del primer encuentro; y no podía evitar recordar cómo fue que se sintió cuando fijó sus ojos por primera vez en el castaño. Aquel había sido el momento que cambió por completo su vida, y si pudiera lo volvería a repetir eternamente.
-te ves tan hermoso Lou...- el menor mucitó de manera casi imperceptible, mientras se acercaba al ojiazul sin despegar su vista de él.
-tú como siempre te ves perfecto...- el mayor le dedicó una pequeña sonrisa haciendo que sus ojos se hicieran pequeños, y en ese instante Harry se sintió derretir.
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Treinta Días Para Ser Infiel || Larry Stylinson
FanficHarry Styles, reconocido periodista de treinta años, aparenta tener la vida perfecta; una bella esposa y una adorable hija. Debido a la Pandemia y su importante cargo como jefe de edición en un reconocido periódico de Londres, se le solicita que rea...