Día 7

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00:17 AM

Madrugada del domingo, sin darse cuenta estaba por concluir su primera semana juntos. Y claro, si les hubieran dicho a cualquiera de los dos, todo los que pasaría en su primera semana de confinamiento, de seguro no lo creerían. 

Harry regresó a su oficina sosteniendo el paquete que su amigo Niall le había enviado. Louis lo observó cruzar el umbral de la puerta con el ceño fruncido.

-¿todo bien Harry?- preguntó elevando una ceja. Al castaño también le pareció extraño que alguien necesitara de la presencia de su jefe en ese horario.

-Si, todo bien... Solo han venido a traerme esto- Harry se acercó a Louis quien continuaba sentado en su escritorio. El rizado puso la bolsa sobre la mesa, y sacó de su interior ambas botellas de vino.

El ojiazul frunció el ceño y se puso de pie. Una coqueta sonrisa se dibujó en sus labios, mientras tomaba entre sus manos una de las botellas para leer atentamente la etiqueta.

-¿Dónde las conseguiste?- inquirió alzando la vista, notando como Harry apretaba sus labios notoriamente nervioso.

No era una situación fácil para el menor; ya que, no había como explicar en palabras sencillas y sin morir de vergüenza, que su mejor amigo creyó que sería una buena idea emborracharlo, para así poder interactuar con más confianza con él.

-las encargué durante la tarde- Mintió; aunque lo hacía muy mal.

Louis lo observaba fijamente, buscando en él algún detalle, algún punto de debilidad que lo hiciera decir la verdad.

-pensé que no bebías- indicó el mayor con sus ojos a medio cerrar.

-no lo hago... Es decir, no frecuentemente- la voz de Harry salía entrecortada, señal inequívoca de la ansiedad que lo invadía en aquel momento.

-entonces... ¿Por qué pediste dos botellas de un vino tan fino?...¿Algo que quieras celebrar?-  el ojiazul no paraba de interrogar con sus cejas alzadas, y un gesto bastante intimidante.

-no lo sé, un simple impulso supongo- el rizado sólo podía mirar el piso, mientras que su labio inferior se había puesto de color blanco debido a lo fuerte que lo presionaba con sus dientes.

Louis se acercó cauteloso, y de pronto sacó de la bolsa el pequeño reciepiente que contenía las fresas con chocolate. Sonrió ampliamente mientras las veía y sostenía en una de sus manos.

-ohh... Pero que detallista resultó mi jefe- Louis se acercó un poco más a Harry quien lo observaba sin dejar de morder su labio -¿puedo comer una?-

El estómago de Harry parecía subir y bajar. Era tan difícil mantener la compostura, intentar no lanzarse de golpe contra los labios de Louis, más aún cuando éste le miraba de tan seductora forma, y se encontraban tan cerca.

-claro, las pedí para ti- En efecto, había que seguir con la mentira.

Louis sonrió mientras se llevaba la primera fresa a su boca. Dio un pequeño mordisco acompañado de movimientos y gestos insinuantes, mordía y lamía sus labios suavemente mientras cerraba los ojos aparentando disfrutar exageradamente el dulce sabor en su paladar.

-al parecer te gustó- dijo el rizado mientras parpadeaba rápidamente, y humedecía sus labios. El castaño le estaba brindando todo un espectáculo erótico con algo tan simple.

-no voy a mentir, están muy buenas... Pero sabes mejor tú...- Louis fue directo tras los labios del ojiverde, quien se sorprendió un poco al sentir aquel contacto, pero no dudo un instante en volver a tomar al castaño por la cintura -¿en qué estábamos antes de que bajaras?-

Treinta Días Para Ser Infiel || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora